Prólogo
En el amanecer de la Pascua, mientras el mundo celebraba la victoria de la vida sobre la muerte, la Iglesia despedía a uno de sus pastores más queridos: el Papa Francisco. Su partida, marcada por la luz del Resucitado, no fue un adiós, sino un paso hacia la eternidad.
Este poema, “Resurrección y Legado”, nace como homenaje a su vida sencilla y profunda, a su incansable voz por los pobres, a su llamado a la misericordia, y a su forma tan humana de caminar como Cristo: con los pies en la tierra y el alma en Dios.
Cada verso entrelaza dolor y esperanza, tierra y cielo, cruz y gloria. Como en Pascua, el silencio del sepulcro se transforma en canto. Y la memoria de Francisco resplandece —desde el Sur, hacia la historia— como testimonio vivo de fe, humildad y amor.
«Resurrección y Legado»
(En memoria del Papa Francisco, fallecido el día de Pascua)
I
Hoy la tierra calla, el cielo canta,
y en el alba de la Pascua,
Cristo abraza a su pastor,
mientras el mundo llora en flor.
II
Fue voz del pobre, luz humilde,
barca firme en mares hostiles,
con las llaves de tu amor,
abriste el Reino, sin temor.
III
«¡Misericordia!» —gritó tu vida—,
como el Padre que no olvida,
y en las sombras del dolor,
fuiste perfume del Señor.
IV
Magisterio de entraña abierta,
como Francisco en la tierra,
con los pies del peregrino
y las manos del Divino.
V
Hoy la Iglesia, en gozo y luto,
ve tu cruz y tu fruto:
no es adiós, es «¡Aleluya!»,
pues la muerte ya no hay.
VI
Desde el Sur hasta la historia,
brilla tu memoria:
pastor santo, siervo fiel,
¡que en la Gloria estés con Él!
Amén
Nota: Este poema entreteje símbolos pascuales (vida, luz, alegría) con el legado del Papa Francisco: su opción por los pobres, su llamado a la misericordia y su estilo cercano. La mención de su muerte en Pascua subraya la paradoja cristiana: el dolor que se transforma en esperanza. Las referencias a «Francisco» (su nombre y modelo) y al «Sur» (su origen argentino) personalizan el homenaje.
