LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA: LOGROS Y CARENCIAS

Los años de la transición

Se considera que la Transición española de la dictadura franquista a la democracia se produjo entre los años 1975, año de la muerte de Franco y proclamación del rey Juan Carlos I y 1982, año de llegada al poder del PSOE, aunque de hecho  la culminación de las grandes reformas se produjo a lo largo del primer gobierno de Felipe González.

Cuando cambia la perspectiva: analizar el pasado con los ojos del presente

En el análisis de hechos históricos es frecuente cometer el error de valorarlos bajo el punto de vista del presente en vez de hacerlo teniendo en cuenta las circunstancias del momento que se analiza; así, la democracia de la antigua Grecia nos parece ahora aberrante por no respetar los derechos humanos si bien en aquella época era sin duda la mejor forma de gobierno del mundo civilizado.

Es fácil caer en esta misma trampa cuando se analiza actualmente cómo se produjo la Transición y cómo podría haberse hecho mejor. Sin embargo, aún teniendo en cuenta las circunstancias del momento (como el llamado ruido de sables), se podrían haber evitado algunos errores o carencias importantes.

Los caracteres latinos y los caracteres nórdicos: improvisar o planificar

Se cree que los pueblos latinos son muy hábiles en improvisar rápidamente soluciones a problemas del momento y que los nórdicos se adelantan a ellos  gracias a planificar cuidadosamente el futuro.

Los grandes aciertos

De todos los grandes logros de la Transición sin duda el más importante fue la Constitución Española, redactada por todos y para todos, gracias a la confluencia de todas las sensibilidades políticas entre sus redactores.

Otro gran logro fue la reforma del Ejército a la que nadie habría dado la más mínima posibilidad pocos años antes. Con dicha reforma se crearon las bases de un ejército moderno, apartando mentalidades anquilosadas, ofreciendo un futuro alentador a sus profesionales, dotándoles de una formación de nivel universitario y preparándolos para una buena interrelación con los ejércitos modernos de nuestro entorno.

La creación de un sistema sanitario universal moderno y eficiente fue otro de los grandes logros así como el establecimiento de medios democráticos de negociación entre clases obreras y patronales.

Las carencias

Por aquel entonces la preocupación fundamental era acabar con la influencia del franquismo dejándolo, supuestamente, a niveles residuales.

¿Alguien podía figurarse unos pocos años antes que las Cortes franquistas se suicidarían aceptando sumisamente la ley de la Reforma Política? Aunque en la dura realidad actual se observen serias dudas al respecto ¿podemos afirmar que se enterró definitivamente el franquismo?

Una ocasión perdida: el PSOE, gracias a su mayoría absoluta, pudo haber  reformado el Poder Judicial ¿por qué no lo hizo? ¿fue porque no se lo planteó, porque no quiso o porque no pudo? Tal vez un error de cálculo le hizo pensar a aquel gobierno que podría controlarlo en provecho propio.

Un sistema federal fallido

El ejército, considerado siempre como garante de la unidad de la patria, nunca se opuso a un sistema federal que tan buenos resultados había dado en España desde los Reyes Católicos hasta la llegada de los borbones. Pero en el perfilado territorial de la España que se pretendía,  la intromisión de Andalucía  aduciendo aquello de ¿qué hay de lo mío? derivó en la solución del “Café para todos”, solución muy bien vista y aceptada por las regiones alejadas del pensamiento de la periferia; de esta manera, confundiendo unidad con uniformidad y no digamos unicidad, se agravó el problema que se pretendía evitar.

Gentrificación y crecimiento de pueblos y ciudades

La ausencia de planificación del crecimiento urbano abrió la puerta a la especulación inmobiliaria; las ciudades se vieron afectadas por la gentrificación y muchos barrios quedaron en manos de personas ajenas a quienes habían sido desde siempre sus ocupantes. La construcción dejó de ser un negocio creador de riqueza para pasar a ser un negocio especulativo que enriqueció a unos pocos empobreciendo a la ciudadanía en general.

Una fuente de financiación fácil para los ayuntamientos

Con el boom inmobiliario los ayuntamientos encontraron una manera de hacerse con  fuentes recaudatorias extraordinarias a base de expedir a diestro y siniestro permisos de obra a los constructores; de esta manera muchos de ellos sanearon su economía a costa de hipotecar su futuro, porque ¿hasta dónde podría llegar la expedición ilimitada de permisos de obras?

La difícil emancipación de los jóvenes

La especulación inmobiliaria condujo a que se disparase el precio de la vivienda haciéndola cada vez menos asequible a la gente joven que pretendía emanciparse. Este hecho, aparte de retardar la edad de emancipación, ocasionó una fuga hacia pueblos alejados del centro de las ciudades aportando un crecimiento anormal de aquellos núcleos de población los cuales no conseguían responder a las nuevas necesidades sobrevenidas tales como asegurar los debidos medios de transporte y los servicios básicos como educación, centros de salud, atención ciudadana, etc., etc.

Hipotecar el futuro

Cuando los jóvenes no pueden desarrollar su progreso personal se está atentando contra el futuro del país, hipotecándolo a largo plazo lo que supone un empobrecimiento general e inexorable.

¿Es posible revertir este proceso?

Para revertir este proceso hay que afrontar las causas, básicamente el elevado precio del suelo urbano.

En un sistema fuertemente capitalista la única manera de conseguirlo es haciendo un uso legal de las normas de la competencia, ofreciendo suelo urbanizado de bajo coste.

Para ello los poderes públicos: estado, comunidades y ayuntamientos, deberían hacer un acopio de terrenos de bajo coste. Habría que habilitar partidas económicas destinadas a adquirir o reservar,  a precios tasados, aquellos terrenos rústicos cercanos a las poblaciones que en los planes de crecimiento serían necesarios para su crecimiento. Dichos terrenos podrían adquirirse, o reservarse por ley, al coste de terrenos rústicos tomando como base los valores catastrales; de hecho esto sería una forma de socializar el suelo. Por supuesto, serían planes a medio y largo plazo, pero por algo hay que empezar.

Socializar, un concepto maldito

La palabra socializar, como la palabra colectivizar, sugieren conceptos malditos que se asocian al comunismo o a partidos de extrema izquierda, pero ¿acaso no se socializaron las costas por medio de la Ley de Costas que puso coto a los desmanes urbanísticos que proliferaban junto al mar? ¿acaso no están socializados desde siempre los caminos y las aguas, tanto superficiales como freáticas?

Entonces ¿por qué no socializar los terrenos urbanizables, aprovechando todos los recursos legales vigentes, con el fin de evitar la especulación inmobiliaria?

¿Reformar el poder judicial?

El sistema judicial está lastrado por dos grandes deficiencias: la insuficiencia de medios y el sesgo político de muchos de sus profesionales. La falta de medios conlleva a los inevitables e inadmisibles retrasos en todos los actos jurídicos convirtiendo la justicia en una pobre imagen de lo que debería ser.

Por otra parte el actual sistema de oposiciones hace que la cobertura de plazas dentro de este ámbito  queden limitadas generalmente a aspirantes casi siempre procedentes de clases acomodadas, debido a  que la duración de las mismas resultan insoportables para las clases de menor poder adquisitivo; y debido a su procedencia los ganadores suelen ser personas con un claro sesgo conservador del que es muy difícil escapar, haciendo difícil mantener una objetividad que debiera ser consustancial con cualquier acto jurídico.

Subsanar estas deficiencias supondría de hecho una revolución del sistema, que requeriría una mayoría en el Parlamento, impensable actualmente por la inamovible disparidad de criterios en un asunto tan fundamental.

Francesc Roca

Sant Feliu de Llobregat

10/11/25

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