“La carta de derechos digitales” Impacto de la tecnología en nuestra salud (y 24)

El Instituto Hermes es una fundación dedicada a proteger nuestros derechos digitales. Su patrono, José Luís Piñar, manifestó en una entrevista publicada por elDiario.es el 1º de diciembre de 2021: “Es esencial garantizar el derecho a no ser digital, a que te atienda una persona”, porque hay que garantizar el derecho a las relaciones humanas con las instituciones, para preservar la calidad de vida de quienes no puedan o no quieran ser digitales.

Con este fin, en julio de 2021, el Gobierno presentó la Carta de Derechos Digitales en forma de paquete de medidas que permitan a los ciudadanos defender sus derechos durante y después de la transformación digital. Son compromisos políticos que, de momento, carecen de valor legal. Esperemos que se plasmen en legislación, pues son derechos recogidos en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

En lo que respecta a la salud, la Carta de Derechos Digitales incluye la protección de nuestros neuroderechos, es decir, proteger nuestros procesos neurológicos del uso abusivo de las tecnologías y brindarnos libertad para elegir. Así, España es el primer país del mundo que ha tomado una iniciativa para proteger los derechos neurológicos frente a los avances de la neurotecnología, pues recoge que el empleo de esa ciencia en personas será regulado por la ley para preservar la identidad individual y la confidencialidad y seguridad de los datos obtenidos acerca de los procesos cerebrales, por ejemplo, información que pueda revelar la posibilidad de una persona de desarrollar una patología neurodegenerativa.

Existen referencias de algunos pacientes que se han quejado de que los electrodos que actúan sobre su cerebro modifican su personalidad, aunque otros han afirmado que prefieren esa nueva personalidad a la anterior. Y es que la neurotecnología también ha llegado para quedarse.

Por fortuna, el mundo digital que nos envuelve nos aporta más luces que sombras, es decir, más beneficios que perjuicios, porque la tecnología, aunque no es optativa, sí lo es el doblegarse a su influjo al cien por cien. Y no hay que olvidar que siempre nos quedará el cerebro con las tres potencias que señala el Catecismo para el alma: memoria, entendimiento y voluntad.

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