Una cosa es que don Pablo, en contra de sus más arraigados principios, haya alcanzado el cielo de la casta, y otra muy distinta es que no renuncie a definir contumaz y claramente su modelo de país, cosa que su jefe viene ocultando desde las elecciones que le llevaron a Moncloa.
Con motivo de la visita de Josep Borrel, Jefe de la diplomacia de la Unión Europea, a Rusia, se ha levantado una gran polémica entre la diplomacia de aquel pais y el nuestro, sobre si España es merecedora de ser considerada como democracia.
El gobierno socialcomunista declara que somos una de las mejores democracias del mundo, la número 23 según la titular de Exteriores.
El comunista Iglesias afirma en su calidad de vicepresidente que “en España no hay normalidad democrática”, cosa que es cierta pero que ha provocado un auténtico terremoto entre los ministros socialistas, al comprobar una vez más que Iglesias va por libre, llegando en este caso a comportarse simultáneamente como gobierno y oposición.
Iglesias afirma “Es obvio que en España no hay plena normalidad democrática si tenemos en cuentala salida de España del rey emérito, el bloqueo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, el caso Bárcenas, la condena a prisión de Pablo Hasél, los presos políticos catalanes que deberían estar en la calle”. Parece quedar claro que la anormalidad democrática enunciada por Iglesias, proviene de no estarse aplicando con contundencia, sus políticas comunistas de tendencia bolivariana.
Aclarada la cuestión planteada en el título de este comentario, queda por evaluar si en España vivimos en democracia.
¿Cómo es posible hablar de un gobierno de coalición progresista, si de ella forma parte un partido comunista de tendencia bolivariana? De ser esto así el régimen de Maduro sería lider mundial en progresismo.
En cuanto a la democracia que se evalua en el informe “Democracy Index” elaborado anualmente a nivel mundial por “The Economist”, España ha pasado del puesto 18 (2018) al 23 (2020); el Sanchismo nos ha hecho perder casi un 30% del nivel democrático evaluado por tan importante publicación.
El “relato oficial” de lo que acontece en nuestro país parece quedar bien reflejado en el mencionado Index, pero ¿cuál es el nivel de democracia en el que estamos viviendo desde hace trece meses?
Algunos indicadores de nuestra otrora brillante y agora oscurecida democracia deberían ser los de un gobierno que: emite leyes que van directamente del consejo de ministros al BOE, sin el más mínimo control parlamentario, es decir, el ejecutivo se convierte en legislativo; nombra Fiscal General a una ex-ministra y militante socialista; maniobra para conseguir el control del poder judicial; aprueba y prepara leyes inconstitucionales como la Ley Celáa y la Ley de Memoria Democrática; coloca personal afín a su Presidente en el Portal de Transparencia; aprueba por decreto la okupación temporal de viviendas; tarda meses en divulgar los componentes del comité técnico del Ministerio de Sanidad; prepara la intervención en el mercado del alquiler inmobiliario.
Estos son unos pocos ejemplos de cómo entiende y desarrolla la democracia un gobierno socialcomunista.