Estuvimos viviendo hace unas semanas la “continuación” (segunda parte) del ‘espectáculo político’ que nos brindó ese idolillo llamado Pablo Casado. Se la ganó la caída a pulso. Algo que produce cierta lástima, porque le reconozco buena intención. Pero es que no “ha sabido actuar”, tal vez por escasez de “talla” política..
Entonces dio, por fin, el paso adelante, que de haberlo dado anteriormente hubiera evitado este desavío pasado. Se ha contenido la deriva lamentable del partido, y se ha solventado la pugna peligrosa e innecesaria entre el gallego y la vivaracha y decidida madrileña. Esta sigue manteniendo su atractiva imagen y capacidad de arrastre, gracias a que ella misma se ha reservado para Madrid, pero que permanece como un valor incuestionable, y hasta “reserva”, para el futuro PP.
Actitud del PP con Vox
Sin embargo, y satisfecho con esta solución, hay un aspecto que debe ser comentado con toda la energía que respalda las expectativas de los populares. Me refiero al ’empecinamiento’ (no se le puede calificar de otra manera, porque eso es lo que es semejante actitud) de marcar distancias con VOX por parte de la facción, digamos “dominante”, del partido, representada sobre todo por González Pons.
Esta actitud se ha exhibido a veces con mayor virulencia de la que aconseja una mínima prudencia política. Menos mal que Feijóo ha “bendecido” el acuerdo alcanzado en la autonomía de Castilla-León, uno de los “escollos” que determinaron la caída de Pablo Casado.
Inteligente, además de sensata, la decisión del líder gallego, que no ha hecho más que reconocer la pura realidad del triunfo electoral de los de Abascal, sin duda, a costa de los votantes del PP, como reconoció, con su peculiar sinceridad y desparpajo, Isabel Díaz Ayuso, al afirmar algo así (no lo recuerdo en su literalidad) como: “Han subido a costa de nosotros, porque no les gustamos”.
Y aquí viene mi apreciación capital: ¡Pues claro, Isabel! Llevas toda la razón. A muchos votantes potenciales del PP no les ha gustado, pero que NADA, la deriva izquierdista que estaba adoptando un partido que en su Constitución dice apoyarse en los valores del humanismo cristiano.
¿Dónde está ese humanismo cristiano? No se lo reconoce en nada. Y aquí está la cuestión: ¡Si es que VOX no es más que “el PP cabreado”!. Salvo algún extremista auténtico, los votantes ganados por VOX son peperos hartos de que traicionen, así de fuerte, sus convicciones más arraigadas y sus valores mas valiosos.
La izquierda que pacta con la peor gente política, con forajidos de la anti-España, ha fraguado ese “fantasma” de la “ultraderecha”, de la “extrema derecha” con que califican a VOX. Pero lo triste es que semejante mentira (VOX es simplemente “derecha”) se la han tragado los de un pretendido centro y la apoyan muchos de ellos con la mayor desfachatez, y con el concurso de la prensa progre, claro, al servicio de un Presidente pseudo socialista embustero.
Porque me da la impresión de que VOX va a seguir creciendo en apoyos y, lógicamente, en escaños, aunque Feijóo consiga recuperar votantes, si es que lo dejan los no pocos personajes de su partido que se mantienen en la tozuda actitud de distanciarse de Abascal.
Tras el “sorpaso” que éstos han dado en Castilla-León no me extrañaría que vayan aumentando sus efectivos y su influencia en otras autonomías, aunque para ello, con fastidio de bastantes de los que lo apoyan, cedan en algunos de los puntos programáticos que han mantenido hasta ahora.
Hay una asociación o “partido opinión”, que no entra en el juego político, pero que sostiene a VOX por su defensa de valores estimados fundamentales. Se trata de HazteOir, dirigida por un infatigable Ignacio Arsuaga, junto a unos pocos activistas más.
HazteOir ya ha dado la voz de alarma sobre alguna renuncia del programa básico por parte de VOX, y le acusa de plegarse a las conveniencias de una derecha floja y dispuesta a “componendas” con fines electorales. Ya veremos hasta dónde llega este fenómeno de renuncia por parte de Abascal.
Pues bien, si el PP, más que simplemente “empeñarse”, se “emperra” (lo destaco entre comillas) en exhibir un distanciamiento respecto a VOX, le auguro una ralentización en su proceso de recuperación de votantes.
Los valores que son propios de una concepción de la vida impregnada realmente de sentido humanista fundamentalmente cristiano, constituyen la garantía y la esperanza de que el Partido Popular consiga hacerse con el timón de la gobernación de España.
La imagen destacada de Isabel Díaz Ayuso, que despierta entusiasmos por su valor al enfrentarse con el falso socialismo rampante y podemita de Sánchez, es la muestra más significativa de la actitud que debe mantener el PP si pretende rehacer la masa de su electorado.
De lo contrario, continuará arrastrando exiguos conjuntos de diputados, insuficientes para desplazar a esa amalgama de actitudes de torcida política, que no busca sino desmembrar España, convirtiéndola en una caricatura de la nación que ha sido, y aún es básicamente, por su historia.
Esperemos, para bien de España, que el PP que surja de las convocatorias que se irán sucediendo hasta su Congreso, adopte una postura política de sensata flexibilidad respecto a sus naturales socios, que no son otros que VOX, o se lanza a continuar la “carrerilla” suicida fruto de la tozudez y el empecinamiento en ser lo que no es.
A ver si el político que ha mostrado habilidad para obtener en su Galicia cuatro mayorías absolutas sucesivas, hace valer esa flexibilidad frente a los insensatos mantenedores de unas actitudes y conductas desquiciadas, que hasta ahora no les han propiciado