Desde aquellos walki-talki que algunos disfrutamos hace tiempo, hasta los superinteligentes teléfonos de hoy, el mundo de la telefonía móvil ha ido incorporando cada vez más funciones y más recursos para hacérsenos imprescindible.
Hoy, el teléfono se ha convertido en un nuevo soporte para la salud móvil, porque todos queremos participar en la toma de decisiones sobre nuestra salud y reclamamos el acceso a la información médica.
Son muchos los recursos tecnológicos que pueblan nuestros teléfonos móviles para facilitarnos información sobre salud, al igual que acceso a consultas y tratamientos médicos y psicológicos. Y no solamente teléfonos y tabletas, sino que disponemos de relojes inteligentes capaces incluso de detectar precozmente la infección por Covid19, porque saben monitorizar señales alteradas de nuestro organismo.
Son innumerables los gadgets y aplicaciones que llevamos encima para aprender a cuidarnos y a practicar una vida más saludable, para conciliar el sueño, para controlar nuestra salud y los efectos del deporte sobre la misma, así que mejor no vamos a enumerarlos.
Son también innumerables las apps que inundan nuestro teléfono para ayudarnos a vivir mejor, con meditación, con mindfullness (que parece que es lo mismo pero no lo es), con avatares para superar el duelo, con remedios para el insomnio, con herramientas para motivarnos y cumplir esas metas que nos proponemos y que casi nunca conseguimos, para pedir y obtener ayuda en situaciones dolorosas de depresión, de soledad o de trastorno mental.
Pero la salud móvil no es nada de todo eso. Ni los gadgets ni las apps ni los libros de autoayuda pueden curar una patología asentada en nuestro organismo. Integrar la salud móvil en la atención médica es un desafío.
La salud móvil consiste en aplicar tecnologías de rastreo, móviles, sensores, redes sociales y toda clase de recursos tecnológicos para que los profesionales de la sanidad obtengan los datos necesarios para el diagnóstico, la detección y la gestión de enfermedades.
Sin embargo, esta información siempre se enfrenta al reto de la evaluación rigurosa de su validez clínica. De otra forma, estas tecnologías móviles tienen el potencial de hacernos daño en lugar de mejorar nuestra salud, sobre todo, cuando las apps están diseñadas para pacientes y no para profesionales.
Las apps de peor calidad, es decir, las menos fiables son las que incluyen análisis de laboratorio o utilizan datos de laboratorio de alguna manera, porque no están sujetas a supervisión regulatoria, ya que no se consideran dispositivos médicos.
A esto se añade la escasa seguridad de la información personal empleada y el hecho de que los desarrolladores no hacen referencia a la fuente de información indicada en la apps. Otro problema a apuntar es el escaso conocimiento del vendedor de la app, que, en muchas ocasiones, tiene la consigna de facilitar datos exclusivamente positivos al cliente respecto de la aplicación.
Sin embargo, otras apps que instalamos en nuestro móvil pueden sernos de gran ayuda.
Por ejemplo, los expertos recomiendan algunas plataformas para el tratamiento de patologías tan de nuestros días, la ansiedad y la depresión, como las que ofrece la plataforma Intellicare (https://eshop.diversey.com.es/es-es/intellicare), que han sido evaluadas en ensayos clínicos de la Universidad de Arkansas, según publicó la revista médica Psiquiatria.com el 17 de agosto de 2020.
Tampoco faltan apps para mejorar la calidad de vida, la salud y la autonomía de las personas con escaso o ligero deterioro cerebral; son muy útiles para controlar el horario y la dosis de los medicamentos, comprobar el nivel de azúcar en la sangre (algunas ya funcionan con inteligencia artificial).
El 23 de abril de 2021, la revista Eroski Consumer publicó un artículo (con la autoría de Cristina Suárez), informando de algunas de estas apps, como Medisafe, Alarma de Medicina y Pillboxie que no solamente controlan los medicamentos sino que informan a los familiares del paciente; Mysugr, para controlar el nivel de azúcar en diabéticos; o DAYLIO, que controla el estado de ánimo del usuario de la app, así como las actividades que realiza.
Otras apps sirven para favorecer el envejecimiento activo, con ejercicios de memoria, juegos de concentración y de agilidad mental como Lumosity, Fit Brains Trainer y Words With Friends. Tick Tick permite elaborar listas de tareas priorizando ciertos recordatorios. Rosita es una app que ayuda a dirigir los ejercicios gimnásticos, como un entrenador personal virtual. Rehand controla el estado físico del usuario.
Estas apps funcionan tanto con iPhone como con Android y la mayoría de ellas pueden ser activadas por otra persona, si el usuario no consigue hacerlo por incapacidad para comprender o manejar el programa.
Seguramente, la app más importante del momento es Searching Help, desarrollada a principios de 2022 por el Hospital Universitario 12 de Octubre, de Madrid, para detectar conductas de riesgo en pacientes que se encuentren en tratamiento psiquiátrico por haber hecho tentativas de suicidio, es decir, una app que ayuda a prevenir el suicidio.
Ha obtenido el Premio Tecnología Humanitaria de Cruz Roja en el Mobile World Congress y su trabajo consiste en codificar el contenido emocional de las conversaciones que los pacientes mantienen con sus familiares y amigos durante las visitas hospitalarias y traduce esos contenidos en señales de alerta.