Romancillo para la Nochebuena
A mis hijos
Es la hora del silencio,
apaga el televisor;
pongamos el alma en vela,
que está viniendo el Señor.
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En un profundo silencio
nos dijo Dios su Palabra,
sólo el que en silencio espera
se hace capaz de escucharla.
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No bastan para llenarle
al corazón su esperanza
saber, arte, amor humano;
siempre le queda añoranza.
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A este corazón hambriento
sólo le da su descanso
para siempre, la Palabra
dicha en silente remanso.
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A este corazón herido
sólo la Palabra dicha
en el silencio, a esta hora,
le remedia su desdicha.
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En la mitad de la noche,
cuando todo en paz estaba,
se manifestó en la carne
esta Palabra sagrada.
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Atiende, pues, al momento,
no disperses la atención:
Dios habla con voz callada,
pon a punto el corazón.
Sevilla, 24 de diciembre de cada aaño