El hombre pez

En este post rescato al hombre pez. Que me he encontrado por casualidad al escribir una
poesía. Es una leyenda sobre el hombre pez de Liérganes.
El hombre pez de Liérganes, apodo de Francisco de la Vega Casar, es un ser
legendario de la mitología de Cantabria.
¿Por qué escribir sobre ello? Se me han ocurrido unos versos y al buscar un título…
como hombre pez me he encontrado con la siguiente leyenda. Y me ha parecido
interesante la mitología cántabra.
La mitología autóctona de Cantabria, desde sus orígenes más remotos y con el paso
del tiempo, se ha ido entroncado con los mitos celtas y romanos, emparentándose en
parte con leyendas y tradiciones del resto de la cornisa Cantábrica.

En la mayoría de los casos, su significado más profundo, transmitido de padres a hijos a través de
la tradición oral, ha quedado diluido bien porque este se ha ido perdiendo, bien
porque los escritores clásicos nos la han transmitido cercenada al no recoger toda la
riqueza y mentalidad popular, fijándose únicamente en los cultos y divinidades que
guardaban semejanza con los suyos. Por otro lado, la romanización en un primer
momento y la incursión del cristianismo posteriormente han ido transformando el
sentido y representación de estos ritos paganos, alcanzándose en muchos casos
un sincretismo religioso.
Aun así, todavía se conservan en el pueblo cántabro apólogos y leyendas con una mayor
componente ritual o de comportamiento que como relatos significativos, y que se
caracterizan por:
• Ser muchas veces relatos orales cuyo origen se remonta a tiempos en el que el
paganismo era todaví a una religio n viva en Cantabria, y que, trasmitidos de
generacio n en generacio n, se han ido reelaborando con el paso del tiempo y el
sincretismo mí tico-religioso.
• Destacan por su brevedad, se prefiere el cuento sucinto que se pueda captar
fa cilmente y por eso a veces se llega a una condensacio n en ocasiones excesiva, en
el afa n de reducir y eliminar lo superfluo.
• Las narraciones plantean historias sencillas, muy relacionadas con feno menos de la
naturaleza a los que intenta dar respuesta. Pese a su simplicidad a veces presentan
una curiosa efectividad poe tica.
• Debido a su cara cter en origen oral, las leyendas se van rehaciendo al ser
reproducidas en infinidad de ocasiones a lo largo del tiempo, surgiendo variantes
del mismo mito.
El folklore y las creencias populares de la Cantabria rural están llenas de pervivencias
precristianas, las cuales, utilizadas con cierta prudencia, pueden servir como fuente
auxiliar para conocer la religión y mitos de la Cantabria prerromana.

Mis versos.
Amanece
Y te encontré sumergido en el rio
Escamas tenías por piel
Dijiste que nadabas
Corrías
Amanece
Y en mi piel susurra la brisa de la mañana
Fuiste a nadar al rio
Y tu piel se hizo de pez
Una rana canta al alba
Y salen caracolas de mi bolsillo
Y tú piel se convierte en mi abrigo
Al salir del río
¿Qué eres un pez, una rana, una caracola?
Soy piel que se incrusta en tu piel
Soy los besos que te cubren al alba
El misterio de la madrugada
El viento que azota tu ventana
Canta

Cuéntame un cuento
Recítame unos versos
Sé el néctar que endulza mis mañanas
Amanece
Y te enredas en mis pestañas
En mis sabanas
Tus besos de miel
Cubren mi piel
Y no me importa que seas un pez
Con escamas por piel
Que seas rana, caracola
Que nades en el río
O corras una maratón
O que hagas triatlón
Si luego te encajas
En mi pecho de madrugada
Me susurras canticos y cuentos
Versos al viento
Y me dices un te quiero
Entonces no me importa que seas un pez
Y que tengas escamas por piel
Soy más que eso
Un científico
Un maestro
Y sumido en el mutismo
De un secreto
No hay pecado en ello le digo
Vete tranquilo
Corre
Vuela
Se feliz
Cantas de buena mañana
Me cuentas un cuento
Unos versos al viento
Cubres mi piel
Irradias misterio
Confundes al mismísimo lucifer
No hay pecado en ello
Vete tranquilo
Corre
Vuela
Se feliz
Sólo si me ves
Piensa que fuiste por un día mi pez

Leyenda.
“Según ha llegado hasta nosotros a través de los escritos y la tradición oral, la leyenda del
hombre pez de Liérganes dice así: a mediados del siglo XVII en el pueblo de Liérganes, en La
Montaña había una pareja, Francisco de la Vega y María de Casar, que tenían cuatro hijos.
Después del fallecimiento de este la viuda mandó a su hijo, llamado Francisco, a Bilbao a
aprender el oficio de carpintero.
Estando en Bilbao, Francisco se fue a nadar el día antes de la festividad de San Juan, en el año
1674, con unos amigos. Cuando fue arrastrado por la corriente desapareció y no se volvió a
saber más de él. Solo cinco años después, en 1679, se afirmó que había aparecido en la costa
de Dinamarca, poco después en el canal de la Mancha y en las costas de Andalucía. En Cádiz,
unos pescadores afirmaron ver un ser acuático con apariencia humana que desapareció
rápidamente. Estas apariciones se repitieron constantemente hasta que lograron atrapar a la
criatura utilizando trozos de pan y unas redes. Una vez capturado pudieron constatar que se
trataba de un hombre con escamas.
Entonces fue llevado al convento de San Francisco donde fue interrogado para saber de quién
se trataba y al cabo de un tiempo consiguió tartamudear la palabra: “Liérganes”. Nadie sabía
que significaba, hasta que una persona de La Montaña que estaba trabajando en Cádiz,
comentó que en La Montaña había un pueblo que se llamaba así. También Domingo de la
Cantolla, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, confirmó dicha afirmación ya que él era
de allí.
A continuación, llegó la noticia a Liérganes para averiguar si había pasado algo extraño en los
últimos años y desde Liérganes respondieron que únicamente se había registrado la
desaparición de Francisco de la Vega, cinco años atrás. Entonces Juan Rosendo, un fraile del
convento, acompañó a Francisco hasta Liérganes para comprobar si era cierto que era de allí y
a la altura del Monte de la Dehesa, Francisco se adelantó y fue directamente hasta la casa de
María de Casar, que rápidamente lo reconoció como su hijo.
Ya en casa de su madre, Francisco vivió tranquilo sin mostrar ningún interés por nada. Iba
descalzo y a veces desnudo y no hablaba apenas.A veces estaba varios días sin comer pero no
mostraba entusiasmo por nada. Se dedicaba a llevar cartas a poblaciones vecinas, e incluso a
Santander, a donde llegó en una ocasión tras haber nadado desde Pedreña, entregando la carta mojada. Después de nueve años en casa de su madre, desapareció en el mar sin volver a
saberse nada sobre él”.

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