LA ANTI-POLÍTICA COMO POLÍTICA

Añoranza de otros tiempos

Hubo un tiempo en que nuestros partidos políticos debatían entre sí argumentando a favor de sus ideas y rebatiendo en la medida de lo posible las de la oposición. Así ocurre en las democracias avanzadas y consolidadas y así ocurrió durante la transición española de la dictadura a la democracia. La máxima expresión de ello se vio en la redacción de la Constitución con la participación de los principales partidos políticos desde ambos extremos.

Cuando se pierden las formas

En la lucha constante entre partidos ha llegado un momento en que el principal objetivo es mantenerse en el poder o hacerse con él por los medios que sean. Así los debates se enzarzan y pasan a ser disputas enconadas en vez de contraste de ideas; el todo vale predomina sobre los razonamientos desde la serenidad y la calma.

De esta manera el Parlamento se convierte en una especie de discusión tabernaria permanente en la que predominan los insultos y la difusión de hechos supuestamente punibles como armas arrojadizas, muchas veces sin bases contrastadas.

La cortesía parlamentaria y la exquisitez de las formas quedan casi totalmente olvidadas; muy pocos parlamentarios las mantienen.

Podría decirse que la política ha sido sustituido por la anti-política.

Cómo anular un adversario político

En una democracia consolidada y eficiente, la justicia opera con medios cualificados y suficientes, emite dictámenes, sentencias, providencias, etc. y resuelve  sus pleitos y juicios en tiempos razonables, pero una justicia cuyas resoluciones tardan indefinidamente en su aplicación deja de ser justicia.

En tal entorno, cualquier político implicado en una investigación judicial en su contra, suele apartarse de la política para no perjudicar a su partido ni al sistema en general hasta que la resolución judicial le condene o exonere de todos los cargos; como ésta se produce en un tiempo breve, en caso de absolución o archivado no suele afectar para nada en su prestigio.

En el caso de la crisis financiera mundial de 2008 desencadenada por la quiebra de Lehman Brothers  la reacción de la Reserva Federal de USA así como de su sistema judicial hizo que en pocos meses fuesen rescatados diversos bancos con fondos federales, que se dejasen caer a otros y que se encarcelase a los principales culpables del desastre financiero;  además al cabo de una año la mayoría de los fondos prestados por la RF fueron devueltos. Este es un caso ejemplar de eficiencia judicial.

En nuestro sistema judicial, la falta de medios, incapacidad de los gestores y la no siempre ecuanimidad de los jueces hacen que cualquier imputación se demore meses o años hasta llegar a una resolución. Esto permite que se utilice el arma de la imputación, con o sin base justificable, como arma para deshacerse de un político incómodo. Así, al político atacado de esta forma no le queda más remedio que afianzarse en su posición o cargo hasta que con el tiempo la amenaza cristalice o se desvanezca; de lo contrario queda apartado definitivamente de su quehacer político.

El pueblo y la política

Se supone que un partido político aspira a hacerse con el poder para gobernar. Gobernar significa elegir entre distintas las opciones que sean mejores para los intereses del pueblo pero el problema está en definir cuales son las mejores opciones.

Al pueblo lo que le interesa es que le resuelvan sus problemas y que le inspiren confianza en el futuro; aquí empiezan las diferencias entre a lo que aspira la gente joven y lo que defiende la gente mayor: la gente joven piensa que probablemente su generación vivirá peor que la de sus padres o abuelos.

Unos y otros tienen serias dudas en las ofertas de los partidos políticos y mucho más cuando ven que los políticos se interesan más por sus problemas que por los problemas del pueblo; esto lleva a una desafección creciente del pueblo por los políticos.

La juventud y la política

La gente joven se va desentendiendo cada vez más de la política de sus mayores y con razón: si ellos han prescindido de los jóvenes a la hora de gobernar éstos tienen todo el derecho a prescindir de aquellos y de su proceder.

Hacia soluciones mágicas

Cuando se deja de creer en la política convencional se tiende a buscar soluciones mágicas: soluciones simples a problemas complejos que ofrecen algunos políticos bien dotados para la oratoria y con escasos prejuicios morales. La historia nos ha proporcionado buenos ejemplos de tales personajes: Hitler fue el más emblemático de ellos; tuvo mucho éxito a corto plazo pero condujo a su pueblo y al mundo entero al mayor desastre de todos los tiempos entre 1933 y 1945.

Ahora parece ser que estamos abocados otra vez a un proceso similar: la gente deja de creer en la política y busca soluciones nuevas y simples a los viejos y complejos problemas de siempre.

Importancia del sistema formativo

Últimamente el sistema formativo aplicado de los niños y sobre todo de los adolescentes se dirige más hacia la domesticación que hacia potenciar las cualdades propias de cada individuo dejando de lado además las capacidades de razonamiento lógico y de análisis crítico. En un sistema fuertemente capitalista interesa que el ciudadano medio tenga una buen nivel de instrucción, que no de formación, para desarrollar eficazmente las tareas de su entorno de rabajo con el fin de mejorar al máximo los resultados económicos: se considera que el máximo resultado económico, que no social, es la mejos garantía de progreso de la sociedad.

Un ciudadano eficazmente preparado para unas tareas concretas pero sin capacidad de análisis crítico de cualquier opción política es un ciudadano destinado al desencanto y al menosprecio de cualquier opción  que no resuelva sus problemas del dia a dia; es una presa fácil para los depredadores políticos en busca del voto del desencanto con o sin aceptación de la antipolítica como política habitual.

Francesc Roca

Sant Feliu de Llob.

28/10/25

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