Si se quiere detener la caída en picado de este país hacia la nada (léase república chavista), habrá que decidirse de una vez por todas a llamar a las cosas por su nombre.
Tenemos un gobierno Sanchista que, dejó de ser socialcomunista desde el día en que tomó posesión, para convertirse en un gobierno comunista puro y duro formado por declarados comunistas que actúan, es decir, legislan, como tales.
Un poder ejecutivo convertido en legislativo ha anulado por completo el papel legislativo del Congreso, convirtiéndolo exclusivamente en caja de resonancia de sus políticas comunistas presentadas luego por el quinteto de la muerte informativa ( RTVE, El País, la Ser, la Sexta y el CIS) como el epítome del progreso social.
El Sanchismo se hace comunista y únicamente Ayuso lo avista
La victoria de Ayuso por goleada sobre los votos de todos los partidos de izquierda tuvo una enorme repercusión mediática en la que muy pocos se detuvieron a analizar la auténtica clave del éxito Isabelino.
Por primera vez en una consulta electoral se planteó a la ciudadanía el auténtico dilema de su voto, “democracia o comunismo”. Los votantes entendieron la auténtica disyuntiva que se les planteaba y votaron “democracia”.
Poco o nada de esta realidad incontrovertible se ha comentado en los medios de comunicación, y, ahora, frente a unas posibles elecciones generales (hace falta que su Sanchidad se decida a meter su futuro en una urna), hay que volver a plantear el mismo dilema.
Por sus obras los conoceréis
Dejando a un lado los adjetivos de continua alabanza difundidos por el quinteto desinformativo, bastaría con enumerar los resultados alcanzados por del dictador comunista que nos gobierna, pero yo me limitaré a enunciar los siguientes:
- Uno de los tres países del mundo con más fallecidos por el COVID
- Uno de los países de la UE con mas fallecidos/contagiados sanitarios
- Mayor impacto negativo de la pandemia sobre el PIB
- Mayor porcentaje de paro
- Precio de la energía más elevado
- Mayor eliminación de autónomos
- Multitud de leyes inconstitucionales, algunas de ellas con sentencia en contra ya dictada
- 172.000 millones de euros de gasto anual en la mayor infraestructura gubernamental de nuestra historia democrática.
- Mayor carga impositiva de toda la UE
Dime con quien andas
En plan conspiranoico podría decirse que las tres grandes potencias mundiales ya se han repartido sus áreas de mayor influencia: Latinoamérica para Rusia, Europa para EE.UU. y el resto para China.
Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina, Chile, Méjico y ahora Colombia son otros tanto países que ya han caído bajo las garras del comunismo. El último de ellos, Colombia, ha depositado su papeleta, y por consiguiente, su futuro, en manos de un comunista de pro. El nuevo presidente colombiano, Petro, ya subió al poder con un programa de progreso que, en poco mas de un año se convertirá en una realidad de retroceso.
España podría haber desempeñado un importante papel “salvador” ayudando a que la democracia prevaleciera frente al comunismo en toda Latinoamérica.
Pero ahí tenemos a Zapatero, defensor/embajador de la dictadura venezolana, y ahora su Sanchidad, visitante de prestigio del comunista Petro.
El comunismo está regresando para quedarse
Parecería que se nos plantea la siguiente duda: el socialismo se asocia con el comunismo para mantenerse en el poder, o el comunismo es el que se asocia para conseguirlo.
Parece increíble que, ya entrado el siglo XXI, todavía haya ciudadanos que crean en ese hipotético paraíso comunista, cuando la historia ha demostrado a nivel mundial que solo genera pobreza, hambre y muerte.
Disfrazados de gobierno de progreso, comunistas y socialistas, ya nos han colocado en los aledaños de los países comunistas.
De aquí a las elecciones generales, si es que se convocas, y luego en las urnas, todos los demócratas y los que no quieren “gozar” de las delicias del paraíso comunista, tenemos la oportunidad de decirle a su Sanchidad que no nos dejamos embaucar por sus mentiras y que, nuestro voto será en favor de una democracia de la que él abjuró mucho tiempo atrás.
Ciudadano, parece que la no-oposición ha depositado sobre tus espaldas el futuro no comunista de este país, que debería seguir siendo el nuestro, y no el de ellos, comunistas.
Ciudadano, deja tu huella de demócrata y , por consiguiente, anticomunista, en todo momento y lugar que la ley te lo permita.