Veracidad y valentía

VERACIDAD Y VALENTÍA del Cardenal Arzobispo de Madrid en la fiesta de Santa María de la Almudena.

Dos palabras para calificar la espléndida homilía de D. Carlos Osoro en la solemne y fervorosa misa en honor de la Virgen Patrona de Madrid y su Archidiócesis. Dos palabras porque hay que ser valiente para ‘atreverse’ a nombrar a Dios y reclamar el reconocimiento de su innegable realidad en todos los aspectos de la vida, en una época en que se ha generalizado lo que el ilustre teólogo González de Cardedal denominaba “Silencio social de Dios”, en un enjundioso artículo publicado hace pocos días en el diario ABC.

Pero esa valentía no es más que la coherencia con la veracidad de esta lamentable tendencia, impulsada por una izquierda antiteísta y no sólo atea, aunque presuma de progresista, y por la cobarde mediocridad de una derecha que sigue igual tendencia, aunque a veces se declare inspirada en el humanismo cristiano. Las palabras con que el Alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, hizo la renovación del tradicional Voto de la ciudad a la Virgen por su constante protección, son también un buen testimonio de valentía en un político que tiene enfrente a personajes tan “atravesados” y agresivos como Yolanda Díaz y Mónica García, ansiosas en su izquierdismo comunista trasnochado, por desbancar a un reticente PP de la escena política de la capital de España, con feroces ataques, sobre todo a la Presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, y al propio Alcalde.

Pero la insistente denuncia del Cardenal Arzobispo es una valiente declaración de cómo es necesario mantener y reconocer la realidad de Dios en el mundo, en todo su escenario, por usar un lenguaje de Calderón, nuestro célebre autor teatral del Siglo de Oro. No es un Dios ausente, aunque lo parezca por su silencio, tal vez difícil de entender por quienes profesamos una fe que desearía más muestras de su providencia. No se puede uno llenar la boca de palabrería “progresista” o “humanista”, con pretenciosas denuncias político-sociales, como si el remedio a los males y carencias de la sociedad fuera obra exclusiva del esfuerzo humano, que con frecuencia es desviado por intereses torcidos impulsados por ideologías tendenciosas que más perjudican que benefician al conjunto del entramado social, como se está evidenciando en países de Iberoamérica, como Venezuela o Cuba. Falso y negativo remedio por carecer de una referencia a la auténtica raíz del mundo y la sociedad. Sin la referencia a Dios, las actuaciones sociales y políticas acaban torciéndose. Y esto no es teñir de “colorido religioso” la actividad política. Esa referencia es compatible, aunque imponga ciertos límites, con el mantenimiento de una independencia de lo estrictamente sagrado.

No nos extendemos más ni hacemos de estas reflexiones un arma de polémica ideológica. Las veraces y prudentes palabras del Cardenal Osoro en la mañana del 9 de noviembre, delante de la catedral de Madrid, son una luminosa guía para quienes desean el auténtico progreso social en beneficio de todos los habitantes de la capital de España, para que ésta siga siendo una muestra del buen hacer político.

Carlos María López-Fé Figueroa Doctor en Psicología Social

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