Bueno, mis estimados amigos lectores de este blog: ahora vamos con esa luz radiante, la de la estrella misteriosa que unos auténticos sabios, los Magos de Oriente, interpretan en clave supra astronómica. Mientras los ‘sapientes’ conocedores de las Sagradas Escrituras, los escribas y doctores consultados por Herodes en su turbación de tirano, dan los datos exactos, más permanecen impertérritos ante sus escritos, sin moverse para encontrar ese Rey recién nacido. Es el comienzo del rechazo del Mesías Jesús por los dirigentes de su propio pueblo. No así los Magos, a quienes se concede de nuevo la luz que conduce hasta Belén; es la respuesta de Dios al anhelo misterioso de la fe.
ANHELO DE TU ESTRELLA
“Oh luz de Dios, estrella azul
que tiemblas en la altura,
desciende con tu resplandor
sobre la triste humanidad
y dale tu alegría”.
Villancico popular
En la noche,
en la noche callada,
en la profunda noche luminosa,
en la noche serena, plagada de prodigios
que difunden su brillo en las esferas,
tú hablas en silencio
y me llamas con voz tan inefable
que haces vibrar el alma
temblorosamente,
más que si las caricias más sutiles
de la humana ternura
llegaran a tocar su íntima fibra..
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Tú desciendes sin ruido
y haces descubrir tal horizonte,
tan abismal hondura, luz tan viva
en su oscuro claror, que el sol radiante
del pleno mediodía
es pobre lámpara de mortecina llama.
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¡Oh Luz de Dios, abrasador misterio!,
qué nostalgia despiertas,
qué desgarrada dejas mi existencia
y qué densa tiniebla tormentosa
es el vivir buscándote
en peregrinación por el desierto,
aullante soledad, pavor helado.
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Te llamo desde el fondo de mi nada:
todo yo soy un grito
que pide me liberes de este peso,
para ascender hasta el espacio puro
donde tu estrella luce eternamente.
Sevilla, 5 de enero,
Víspera de la Epifanía del Señor.