No fue solo el hueso roto en el barro frío,
ni el peso oscuro que apagó la llama interna.
Fue el eco de la caída, ese vacío
que susurra: «Tu esencia se desmiembra».
El orgullo, tela fina rasgada en jirones,
el corazón, cristal hecho añicos en el suelo.
El mundo visto a través de viejos rencores,
un paisaje sombrío, un desolado duelo.
Pero algo en la ceniza guarda un rescoldo rojo,
un pulso tenue, obstinado, bajo el hielo.
No es valor de relumbrón, ni heroico arrojo,
es la terquedad del musgo en el repecho.
Y una y otra vez, con manos temblorosas,
se recogen los trozos, los pedazos rotos.
Se remienda el orgullo con agujas rudas,
se cose el corazón con hilos de asombro.
Las rodillas sangran, la espalda clama al cielo,
la sombra acecha con su manto de olvido.
Pero los pies, esos testigos del desvelo,
buscan el suelo firme, el rumbo perdido.
Se levanta la figura, no ya recta ni altiva,
sino marcada, curvada por el viento hostil.
Lleva cicatrices que la historia motiva,
y un brillo nuevo, forjado en el sufrir.
Porque levantarse no es borrar la herida,
ni fingir que el abismo nunca existió.
Es mirar al vacío con la vida reunida,
y decirle al futuro: «Aún sigo, aquí estoy.»
Siempre adelante, aunque el paso sea lento,
aunque la carga pese como losa de plomo.
Con el orgullo herido, pero limpio el aliento,
y el corazón, remendado, latiendo de asombro.
Cada caída es arcilla, cada herida, cincel,
que va tallando en carne esta verdad profunda:
“La fuerza no es no caer en el duro bregar,
sino volver a alzarse, una y otra vez, desde la hondura”.
2 comentarios en «Poema Resilencia Tallada»
Esta Elena es elacabose. Tiene telas de aguante
Muy bien.
Y escribe de maravilla. Mis amigos me comentan que les gusta mucho lo que publica.