En el umbral del tiempo sagrado,
la Iglesia nos llama a despertar,
cuarenta días de gracia ofrecido,
un camino para renovar.
Ceniza en la frente, humildad en el alma,
recuerdo fugaz de nuestro ser,
polvo somos, más con esperanza,
pues en Cristo podemos nacer.
Ayuno que purga el corazón,
oración que eleva el espíritu en vuelo,
limosna que abre las manos con amor,
gestos que acercan al cielo.
El desierto nos espera, árido y real,
donde las tentaciones acecharán,
más con la fuerza del Señor,
en su Palabra resistiremos más.
Renuncia al ego, al pecado, a la vanidad,
para abrazar la cruz con fe y devoción,
pues en el sacrificio hay libertad,
y en la entrega, salvación.
Cuaresma, tiempo de conversión,
de volver a Dios con sincero ardor,
preparación para la Pascua y su luz,
donde Cristo resucita y nos da vida en cruz.
Que este camino nos transforme en verdad,
y nos lleve a la gloria de su eternidad.
Amén.
