¿Podría España convertirse en Venezuela?

¿Podría España acabar como Venezuela? fpcs 7 de febrero de 2020

A continuación la trascripción de parte de este interesante artículo.

Venezuela es una tragedia, pero también una advertencia. Una advertencia de cómo un país antaño rico puede acabar oprimido y pauperizado por el socialismo radical y el comunismo (¿Cuántos ejemplos más necesitaremos?), de cómo un pueblo puede autodestruirse engañado por las promesas de los demagogos y de cómo una democracia puede acabar en tiranía mediante la destrucción del Estado de Derecho, el sometimiento de las instituciones, el silenciamiento de los medios y la compra de votos con dinero público.

Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo y debería ser un país próspero. De hecho, en 1950 era el cuarto país más rico del planeta, por encima de Canadá y Suiza, y durante cierto tiempo mantuvo la máxima calificación crediticia (AAA). Hoy, sin embargo, es un país completamente arrasado, con una hiperinflación que convierte la moneda local en papel mojado y con un pueblo obligado a vivir en la miseria. Según me informan fuentes locales de ayuda humanitaria, la situación es sobrecogedora. Hay hambre, y muchas familias sobreviven con una comida al día que procede de las ollas comunitarias que organizaciones humanitarias reparten en plena calle.

Mientras, los dirigentes de la tiranía bolivariana viven con ostentoso lujo en medio de una corrupción de dimensiones colosales. Mis fuentes venezolanas concluyen: “Nos gobierna una banda de delincuentes”.

La imposición de un sistema social-comunista de tinte marxista y totalitario permitió a Chávez y Maduro el saqueo y la sistemática demolición de Venezuela. Chávez modificó la Constitución, creó una nueva policía de régimen, asaltó todas las instituciones (Consejo Nacional Electoral, Tribunal Supremo…), persiguió a la disidencia política, corrompió al Ejército y destruyó el Estado de Derecho, convirtiendo su voluntad en la única ley. Esto es lo que el hoy vicepresidente Iglesias consideraba “una de las democracias más saludables del mundo” (sic).

Lección que debemos extraer es que Venezuela no se destruyó de la noche a la mañana, sino poco a poco. El gobierno bolivariano social-comunista fue gradualmente colonizando todas las instituciones y poderes del Estado, creó masas de votantes subsidiados y construyó una hegemonía comunicacional. Primero utilizó la mentira y la seducción; más tarde, la intimidación; y, por último, la violencia. Existen evidentes diferencias entre Venezuela y España, pero también hay preocupantes indicios coincidentes que no podemos soslayar. El que fuera nuestro vicepresidente del gobierno es un comunista bolivariano discípulo entusiasta de su patrocinador Chávez (“cómo se echa de menos al comandante”, dijo) y admirador de Robespierre, Mao y Lenin. La simpatía que muestra el frente social-comunista que nos gobierna hacia la corrupta tiranía de Maduro causa estupor en los gobiernos occidentales. ¿No debería ponernos en guardia en España?

El pucherazo se está cocinando, Jimmy Giménez-Arnau, okdiario12/08/2022

A continuación transcribimos un par de párrafos de este artículo.

Pero su incombustible maldad sigue operativa. Es un adicto a la trampa. Recuerden sus fallidos pucherazos con unas urnas sin control, ni censo, ni interventor, en el Comité Federal del PSOE, en 2016 y 2018. ¿Si engaña a los suyos, cómo no va a engañar a los demás? Con la misma treta y el dineral que hoy obtiene de los fondos europeos, más lo que saca de nuestros impuestos, paga a esos enemigos de España que lo sostienen en el poder.

Como ve que sus días en la Moncloa rozan su fin, exhibe su falta de transparencia, farda de ser impune y activa la oficina de bulos que vierte calumnias e insultos contra la centroderecha, que sólo busca lo mejor para España: sacar a este gañán del Gobierno. Fíjense si es torpe, que después de haber cometido mil atrocidades, no entiende por qué le odia y abuchea la gente. Algo está tramando el bicho, señales hay a miles. O sale de la Moncloa por la puerta de atrás una noche sin luna, o el pucherazo se está cociendo.

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