LA POSVERDAD DESTRUYE LA DEMOCRACIA

La posverdad es un fenómeno en el que los hechos objetivos son mucho menos influyentes en la formación de la opinión pública que las emociones y las creencias personales. Este fenómeno implica, entre otros problemas, la aparición de importantes impactos negativos en las sociedades democráticas, pues la existencia de estas depende, por una parte, de que los ciudadanos dispongan de información veraz para poder tomar decisiones informadas, y por otra, del buen funcionamiento de sus instituciones.

La implantación de la posverdad en cualquier país, por parte de un gobierno totalitario, conlleva la desaparición de la democracia quedando esta reemplazada con la implantación de un nuevo régimen autocrático, cuyas principales características se mencionan a continuación.

Debilitamiento de la confianza en las instituciones

La proliferación de información falsa o manipulada mina la confianza del público en las instituciones democráticas, tales como los medios de comunicación, los órganos judiciales y los gobiernos. La duda sobre la veracidad de los discursos oficiales y la información ofrecida por los medios de comunicación implica la deslegitimación de las instituciones, al erosionar su capacidad para actuar de manera efectiva.

Polarización social

La posverdad fomenta la creación de burbujas informativas, en cuyo interior las personas solo consumen información que confirme sus creencias previas, independientemente de la validez de los hechos que las acompañen. Esto refuerza la polarización entre diferentes grupos sociales y políticos, impidiendo el diálogo y el consenso, tan necesarios en una democracia auténtica.

Manipulación electoral

Las campañas electorales se ven afectadas por la posverdad cuando los candidatos o grupos de poder manipulan los hechos o difunden desinformación para influir en el electorado. Esto conlleva que los ciudadanos tomen decisiones basadas en informaciones falsas o emocionalmente desvirtuadas en lugar de atenerse a hechos contrastados, distorsionando así el proceso electoral.

Desinformación masiva

La desinformación, impulsada por la posverdad, genera confusión en la opinión pública. En lugar de acceder a datos contrastados, a los ciudadanos les llega un aluvión de informaciones contradictorias, lo que les dificulta encontrar la verdad. Esto llega a desmovilizar a los votantes o, incluso, a que apoyen políticas o líderes en base a creencias erróneas.

Degradación del debate público

En lugar de discutir sobre hechos y argumentos racionales, el debate político se convierte en una pura lucha de relatos basados en emociones. Esto debilita la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas y contribuye a que los problemas complejos queden reducidos a eslóganes simplistas, mermando la calidad del discurso público.

Socavamiento de los derechos humanos

Cuando la posverdad se utiliza para difundir rumores o falsedades que demonizan a ciertos grupos políticos o sociales, se provocan violaciones de los derechos humanos, o, incluso, se fomenta el odio y la discriminación. La manipulación de la verdad para justificar acciones violentas o políticas discriminatorias es una consecuencia directa de este fenómeno.

Pérdida de la cohesión social

En una sociedad democrática, la confianza en un relato compartido de hechos y verdades es crucial para la cohesión social. La posverdad, al permitir la proliferación de múltiples versiones contrapuestas de una misma realidad, socava la narrativa compartida y, en consecuencia, la cohesión social. Todo ello debilita los lazos que deben existir entre los ciudadanos e impide el trabajo conjunto para resolver los problemas comunes.

Fragilización del Estado de Derecho

El Estado de Derecho depende del respeto que tengan los ciudadanos a las normas y procedimientos basados en hechos objetivos y en la verdad. Si los líderes y ciudadanos no creen en una verdad común, o, si los hechos pueden ser manipulados al servicio de intereses personales o de grupo, los sistemas legal y político se harán vulnerables frente a la arbitrariedad y la corrupción.

En resumen, la posverdad supone la desaparición de las democracias no ficticias, ya que distorsiona la percepción de la realidad, debilita las instituciones democráticas, polariza a la sociedad y compromete el proceso de toma de decisiones colectivas basado en hechos y argumentos razonables.

Los demagogos son maestros de la posverdad” (Jesús Silva-Herzog Márquez, politólogo mexicano)

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