El trato que debe dispensar el primer partido de España a Sánchez tiene que ser mucho más contundente
LibertadDigital
CAYETANO GONZALEZ
09/9/2024
A veces, uno tiene la impresión que la actual dirección del PP no es plenamente consciente de lo que tiene enfrente: un frente, perdón por la redundancia, liderado por el jefe del sanchismo, en el que son piezas clave ERC y los herederos políticos de ETA. Hay otros dos actores, invitados por razones numéricas, Junts y PNV, pero que en el fondo son secundarios. Los importantes son el PSOE, ERC y Bildu. Un frente que avanza sin pausa en la demolición del régimen constitucional del 78.
Es verdad que las afirmaciones genéricas pueden ser injustas, porque estoy convencido que en el principal partido de la oposición si hay personas que son conscientes de la “fortaleza” de ese frente, pero lo sucedido en el PP hace unos días, tras el anuncio de Sánchez de que llamaría uno a uno a la Moncloa a los Presidentes autonómicos —es de suponer que también a los del PSOE— puso en evidencia que, entre los dirigentes del PP, algunos se enteran de lo que sucede más que otros.
La que tuvo más olfato político fue una vez más la Presidenta de la Comunidad de Madrid, al decir, tras ese anuncio del presidente del Gobierno, que esa convocatoria uno a uno para tratar de la financiación autonómica era una trampa, pidiendo a sus colegas que son presidentes autonómicos del PP que no cayeran en ella, y que rechazaran asistir a esas reuniones bilaterales. Al día siguiente, los barones regionales populares reunidos bajo la presidencia de Feijóo aceptaron ese camino marcado por Ayuso y se comprometieron a que la negociación de lo que es de todos los españoles, tiene que tratarse de manera conjunta.
Siendo de bastante peso esa razón, no es la única que deberían tener en cuenta los dirigentes populares. Hay otra que tendría que jugar ya un papel relevante en el quehacer de la oposición: Sánchez no es un presidente del Gobierno al uso; es un autócrata que viene haciendo lo que le da la gana desde que llegó a la Moncloa: desprecia continuamente al PP y a su actual líder; lo hizo antes con Casado y lo sigue haciendo ahora con Feijóo. Acaba de anunciar ante el Comité Federal de su partido, que, aunque sus apoyos en el poder legislativo vayan mermando con respecto a los que tuvo en su investidura, él seguirá adelante, aunque no pueda aprobar leyes, como, por ejemplo, los Presupuestos para el año que viene.
Sánchez ha concedido los indultos a los independentistas catalanes que dieron un golpe de Estado en 2017; ha aprobado una ley de amnistía para aplicarla a esos y a otros golpistas, como el prófugo Puigdemont, al que no pudo indultar, porque no estaba condenado al no poder ser juzgado. Y todo, para poder seguir contando con los votos en el Congreso de ERC y de Junts. Ha pactado con los primeros dar un concierto económico a Cataluña que es absolutamente inconstitucional y que rompe la igualdad de los españoles, al no tratarles igual si residen en otra Comunidad Autónoma.
Ante esta lista, que no es completa, de los “desfalcos” cometidos por el jefe del sanchismo contra la democracia y la Constitución, el tono, la actitud, el trato que debe dispensar el primer partido de España a Sánchez tiene que ser mucho más contundente, sin ningún tipo de miramientos ni de remilgos, con mucho más instinto asesino, políticamente hablando para que no se inquieten los “estrechos” de turno, del demostrado hasta ahora.
No digamos nada del supuesto “respeto institucional” que algunos dirigentes del PP argumentan para atender los llamamientos de Sánchez. Un señor que insulta un día si y otro también al líder de la oposición y a la Presidenta de la Comunidad de Madrid; un Presidente que lleva dos años y medio sin convocar la Conferencia de Presidentes de las Comunidades Autónomas, cuando durante la pandemia las celebraba semanalmente; un jefe del ejecutivo que quiere colonizar todas las Instituciones del Estado, siendo el último caso el Banco de España, que pretende interferir en ese derecho básico en una democracia como es la libertad de información; un señor así, ¿qué respeto institucional se merece? Evidentemente, no se trata de escupirle a la cara, ni de organizarle caceroladas diarias delante del Palacio de la Moncloa, pero tampoco hay que caer en el extremo opuesto y actuar con él como si fuera una persona normal, y que su condición de presidente del Gobierno lo disculpara todo.
El PP tiene que ir con todo para combatir democráticamente este peligro para la democracia que se llama Pedro Sánchez. Para ello, entre otras muchas medidas, debería Feijóo revisar el equipo de personas encargadas de dirigirse habitualmente a la opinión pública. Hay algunas que claramente tendrían que ir al banquillo por su inanidad a la hora de hablar y ser relevadas por otras que tienen mucha más capacidad de comunicación, quizás porque creen más y saben explicar con mayor profundidad las ideas que defienden. Los nombres de uno y de otro grupo están en la mente de todos, también en la de Feijóo, persona que, por cierto, sabe expresarse muy bien en cualquier foro público. Rodearse de los mejores es una pauta de actuación que un líder tiene que aplicar a rajatabla.