La mentira

En España y en todos los órdenes, tanto en la sociedad civil como en la política, estamos viviendo una época en que la mentira se ha constituido, salvo en honrosas excepciones, en algo institucional, cogiendo la delantera de manera imparable nuestra clase política

05 oct. 2025

Al empezar a escribir este artículo, quiero referirme en primer lugar, a lo que en general se debe entender por «mentira», que según el diccionario se define así: «manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa, o se siente». Para los católicos es pecado, aunque en general sea pecado venial, siendo sólo pecado grave, si hace grave daño a otros. También debe evitarse, por el daño que puede hacer a uno mismo. No olvidemos que al embustero nadie le cree y que sólo puede haber confianza, cuando reina la verdad. La mentira perturba el orden social y la pacífica convivencia entre los hombres, porque es una realidad que en general, sentimos una gran atracción por la verdad, aunque a veces, ser fieles a la verdad, se torna muy difícil en determinadas circunstancias. De todas formas, tampoco debemos olvidar que una cosa es mentir y otra ocultar la verdad.

Centrándome en el motivo principal de este artículo, creo que en estos momentos, en España y en todos los órdenes, tanto en la sociedad civil como en la política, estamos viviendo una época en que la mentira se ha constituido, salvo en honrosas excepciones, en algo institucional, cogiendo la delantera de manera imparable nuestra clase política, donde la mentira bien esgrimida resulta un acierto necesario para sacar adelante cualquier propósito que necesite el que la proclama.

El faltar a la verdad de manera sistemática, deforma la historia hasta límites insospechados, recurriendo para ello al control de los medios de comunicación, influenciando en la educación, con horribles tergiversaciones desde la enseñanza infantil y hasta las universidades, lo que lleva a crear una situación general con el paso del tiempo, en que la propia sociedad, ha dejado de revelarse ante esta catastrófica situación, cuyo origen es la aceptación de la mentira como algo institucional.

No logro entender cómo algo tan patente como esto, que estamos padeciendo especialmente desde hace siete años, no hace que las nuevas generaciones se revelen ante tanta indignidad, impulsando los valores fundamentales como la verdad, la moral, el honor, la familia y la libertad religiosa para que vuelvan a ser el motor de nuestra sociedad.

Como consecuencia de este deshonor permanente que padecemos en España, consentimos, especialmente desde hace siete años, el tener un gobierno que por azar de la aritmética parlamentaria se mantiene en el poder al servicio de partidos separatistas, comunistas, terroristas y demás siglas que sólo persiguen romper para siempre España. Son en realidad, una pírrica representación parlamentaria, pero imprescindibles para el actual cliente de La Moncloa, que se mantendrá como jefe de Gobierno, mientras vaya entregando sin más, todo aquello que necesiten sus socios para su objetivo final, que no es otro que acabar con la unidad de España y remplazarla por varias pequeñas repúblicas de corte populista al servicio de este movimiento woke, que siendo en el fondo de corte comunista, se está apoderando del mundo occidental.

Prueba palpable de la dejadez y claudicación de la sociedad española en general es el clamoroso silencio ante las manifestaciones violentas, durante varios días, en el evento deportivo de la Vuelta Ciclista a España, que además y para vergüenza como español, han sido jaleadas y animadas a seguir en esa línea por el jefe de nuestro gobierno, haciéndose líder de la causa palestina en Gaza.

No es este artículo el sitio y momento para entrar a fondo en el tema de las guerras actuales y no sólo en la de Gaza, ya que como sabemos, actualmente tenemos en el mundo cincuenta y nueve guerras permanentes o intermitentes, en las que de una forma u otra se suceden todo tipo de salvajadas en ellas, pero que parece son necesarias para el equilibrio geopolítico del mundo, cuando lo que realmente ocurre es un enorme negocio armamentístico, que además permite seguir explotando las riquezas de tantos y tantos países, que sojuzgados sibilinamente así, son la causa de los grandes movimientos de inmigrantes ilegales por todo el planeta.

El mundo occidental está en manos de los valedores de la doctrina woke, muy bien acompañados por los clanes masónicos del mundo, que en estos momentos padecemos a tantos niveles en Europa, es decir, o se produce pronto un milagro en nuestra querida y cristiana Europa, o tendremos que admitir definitivamente que ha dejado de existir como la hemos conocido siempre a lo largo de la historia.

Creo ha llegado el momento en que la sociedad civil, sin poner en juego ningún tipo de partidismo, tome cartas en estos dramáticos momentos, para buscar a través de los canales que haga falta, tanto de asociaciones como de nuevas siglas, como por ejemplo: «España Adelante», gente bragada, con experiencia profesional contrastada, que esté dispuesta a devolver a España la oportunidad que han tenido, aceptando formar parte de un gobierno poco menos que de salvación y de volver a imperar en todos los órdenes la verdad, la moral, el honor y el amor a España como valores fundamentales, para participar en algo tan importante y a la vez tan ilusionante como españoles de bien.

Somos una nación, que siempre se ha paseado por el mundo, llevando a gala el ser españoles y como bandera principal nuestra fe católica, que hemos trasmitido a toda América a través de los siglos. Ahora es el momento de volver a demostrar estos principios, ya que sin duda están en grave peligro, si no se hace algo importante al respecto, dada la creciente islamización que se está produciendo de manera silenciosa, en toda la Europa cristiana. Como católicos creo es muy importante el conseguir de manera total unirnos alrededor de nuestro Papa, para formar de manera continua jornadas de oración por la paz y porque vuelva a imperar la cordura, abandonando esta locura a nivel mundial, que sin duda llevará al desastre más absoluto a la humanidad.

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