El Confidencial
Omar Kardoudi
07/12/2025
Maria Strømme, investigadora de la Universidad de Upsala (Suecia), acaba de publicar un nuevo estudio que aporta una explicación sorprendente y radical a uno de los fenómenos más intrigantes y desconocidas de los seres vivos: el origen de la consciencia. Según la investigadora, la consciencia no emerge del cerebro, sino que se trata de un campo fundamental del universo. Su teoría sugiere que la consciencia se originó primero y tras ella surgieron el tiempo, el espacio y la materia. Si esta propuesta es correcta, fenómenos considerados actualmente como pseudocientíficos —como la telepatía, las experiencias cercanas a la muerte o incluso la existencia de la vida después de la muerte— podrían tener una explicación científica.
Si se confirmaran los resultados de esta investigación, publicada en la revista AIP Advances y seleccionada como mejor artículo del número, las consecuencias serían revolucionarias. Según las teorías tradicionales de la física cuántica, las partículas y la energía emergen de vibraciones en un campo fundamental, como las olas surgen de vibraciones en el agua. Strømme afirma que ese campo fundamental podría ser la conciencia misma, por lo que la experiencia subjetiva de la vida que percibimos no es más que una ilusión.
«En el modelo, la consciencia individual se entiende como una excitación localizada o configuración dentro de un campo de conciencia universal, muy parecido a una ola en la superficie del océano», explica Strømme en declaraciones para el Daily Mail. «Una ola tiene una forma que es temporal, pero el agua que la transporta no desaparece cuando la ola se disipa». La teoría va más allá y sugiere que la consciencia no termina cuando morimos: simplemente regresa al campo de fondo. «El sustrato fundamental de la conciencia no comienza ni termina con el cuerpo, al igual que el océano no comienza ni termina con la aparición de una sola ola», afirma.
Basada en la física cuántica
La teoría de Strømme está íntimamente ligada a los retorcidos principios de la física cuántica. La investigadora lleva años trabajando en un modelo cuántico-mecánico que une la física cuántica con la filosofía no dual, la que observa la realidad como una sola unidad y no como una diferenci entre el yo y el mundo. Su nueva teoría se basa en la idea de que la consciencia constituye el elemento fundamental de la realidad y que las consciencias individuales son partes de un campo más grande e interconectado.
Según este modelo, la realidad existía antes del Big Bang como una especie de potencial sin forma (una superposición universal) que contenía todas las configuraciones posibles de la realidad. En este estado primordial, nada estaba diferenciado, ni el espacio ni el tiempo ni la materia, pero tampoco la experiencia individual.
La diferenciación arranca cuando el campo colapsa en estados específicos, produciendo la estructura del universo que conocemos. Para la investigadora no hay un antes ni un después cronológico en esta fase. «El colapso iniciado por el pensamiento universal no es temporal (ya que el tiempo aún no existe), sino que es un acto creativo atemporal de la mente, similar a la emergencia de la forma desde la falta de forma o la realización del potencial en actualidad», escribe Strømme.
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Aquí es donde la teoría se topa con el gran problema de la medición cuántica, la idea de que la realidad existe en superposición hasta que una observación la colapsa en un estado definido. Un concepto ejemplificado en el experimento del gato de Schrödinger.
«Debe enfatizarse que el pensamiento universal no es pensamiento intelectual personal, sino una fuerza creativa sin forma que refleja el proceso metafísico mediante el cual lo indiferenciado transita hacia la forma», explica la investigadora.
Ciencia para la pseudociencia
La teoría abre una puerta a que muchos fenómenos considerados como pseudociencia formaran parte del modelo científico y «merecen pruebas científicas renovadas y rigurosas» para confirmarlo, explica la investigadora. Por ejemplo, durante experiencias cercanas a la muerte, muchas personas hablan de visiones de figuras religiosas, seres queridos perdidos o incluso premoniciones de eventos que sucederán en el futuro.
«Si la consciencia individual no es generada solo por el cerebro, sino que es una expresión de un campo más profundo, como sugiere mi modelo, entonces los momentos en que el cerebro está deteriorado podrían permitir un acceso atípico a ese campo subyacente», afirma Strømme.
El modelo sugiere que habilidades psíquicas como la telepatía no solo podrían ser reales, sino que podrían verificarse científicamente. Dado que todas las consciencias individuales son parte del mismo campo, la información puede transmitirse entre puntos aparentemente separados por el espacio o incluso el tiempo. Esto significa que individuos particularmente dotados o en estados alterados de consciencia podrían ser capaces de leer mentes o ver visiones de eventos futuro
«Esto explicaría por qué fenómenos similares a la telepatía aparecen en diferentes culturas y a lo largo de la historia, aunque la evidencia empírica hasta ahora sea controvertida y no concluyente», dice la profesora. Lo mismo sucedería con los estados cerebrales de quienes están en meditación profunda, que deberían mostrar una sincronización con la actividad cerebral de otras personas.
Un giro revolucionario
Strømme, que normalmente se dedica a la investigación en nanotecnología, ha dado un salto que tiene implicaciones en las estructuras más grandes. De hecho, su nuevo trabajo plantea en realidad una teoría completamente nueva sobre el origen del universo.
«Es un intento muy ambicioso de describir cómo funciona nuestra realidad experimentada. Físicos como Einstein, Schrödinger, Heisenberg y Planck exploraron ideas similares, y yo estoy construyendo sobre varias de las vías que ellos abrieron», dice Strømme. «Mi ambición ha sido describir esto usando el lenguaje de la física y herramientas matemáticas. ¿Son estos fenómenos realmente místicos? ¿O simplemente es que hay un descubrimiento que aún no hemos hecho y cuando lo hagamos, conducirá a un cambio de paradigma?».
Cambios radicales en nuestra comprensión de la realidad han ocurrido antes en la historia, como cuando la humanidad comprendió que nuestro planeta es redondo y no plano, o cuando entendimos que no es el Sol el que gira alrededor de la Tierra, sino al revés. Aun así, la investigadora reconoce la ironía de su propuesta. «Soy científica de materiales e ingeniera, así que estoy acostumbrada a ver la materia como algo fundamental. Pero según este modelo, la materia es secundaria. Gran parte de lo que experimentamos es representación o ilusión».
Aunque el artículo está escrito estrictamente en el lenguaje matemático de la física, el razonamiento contiene paralelismos con varias tradiciones religiosas y filosóficas del mundo. Strømme se basa en Advaita Vedanta, nociones budistas del vacío, el misticismo sufí, la teología cristiana y las reflexiones filosóficas de Schrödinger, Bohm y Heisenberg. En su estudio, invoca repetidamente el orden implicado del físico David Bohm, en el que todas las cosas se despliegan desde una realidad más profunda y no local. También hace referencia al universo participativo de Wheeler, donde la observación ayuda a hacer realidad.
«Los textos de las principales religiones —como la Biblia, el Corán y los Vedas— a menudo describen una consciencia interconectada. Quienes los escribieron usaron lenguaje metafórico para expresar percepciones sobre la naturaleza de la realidad. Los primeros físicos cuánticos, a su vez, llegaron a ideas similares usando métodos científicos», dice Strømme. «Ahora es el momento de que las ciencias exactas —es decir, la ciencia natural moderna— comience seriamente a explorar esto».