Historia de Carmen Torquemada Molina

Hay personas con ángel que nos caen simpáticas al momento, las ves y tienen una luz en la mirada, que te hace acercarte a ellas e interesarte por su historia. Es lo que me pasó a mí ya que estoy haciendo un blog para hacer visible la discapacidad y cómo hacer frente al día a día ya que lo esencial es invisible a los ojos.

Pues así es Carmen Torquemada Molina, y me gustaría contaros su historia.

¿Quién es Carmen Torquemada Molina? ¿Qué le sucedió?

Es una persona con muchas ganas de tirar hacia adelante, aunque la vida no le haya sido fácil.  

Al dar a luz a su primer hijo, con veintiún años, ya la vida le dio un buen zarpazo.

Llevaba dos semanas del alumbramiento, cuando empezó con molestias al coger el canastito del bebé y querer meterlo en el coche, le dio un dolor muy fuerte y notó que no se podía poner derecha. Y ahí se desarrolló todo, se tuvo que meter en cama, reposo absoluto a base de antiinflamatorios, sin saber cuál era la causa, la trataban de lumbalgia, ciática. Y al no ver mejoría decidieron irse a Córdoba por la privada, ya que en la pública había mucha lista de espera. Al verla le mandaron una prueba que consistía en punzarle la columna con contraste, para ver con claridad cuál era el origen del daño, un quiste óseo aneurismático que dio la cara en el embarazo.

 Ya en Úbeda, se le vino el mundo encima y, a través de un médico conocido, le tramitaron la documentación para ser valorada en el Hospital Reina Sofía de Córdoba. Tras su ingreso y al no poder ser operada pronto la trataron con cortisona y las molestias fueron desapareciendo, pero con los consiguientes efectos secundarios: inflamación facial, bello excesivo, ojos hundidos … Hasta tal punto que los familiares que iban a visitarla se quedaban asombrados.

Después de un mes, llegó la intervención esperada en Córdoba, donde limpiaron el quiste, y le dieron unas sesiones de radioterapia y los médicos le recomendaron que hiciera su vida normal. Ya en casa deseando de estar con su niño, quiso cogerlo para darle un baño y allí fue dónde sintió un adormecimiento en las piernas, dolor agudo en la columna vertebral, sufrió luxación L2, L3, y L4.                                 

Nuevo diagnóstico: reposo absoluto, calcio inyectado, para poder así endurecer estas vértebras.

Después de tres años más o menos, seguía con bastantes molestias y un día al bajar un escalón le flaquearon las piernas. Vuelta a decidir qué hacer, ahora por lo privado a Madrid, donde le diagnosticaron que se le había reproducido el tumor y por lo tanto había que volver a intervenir.

Ingresa nuevamente en Ramón y Cajal donde limpian el tumor y dos operaciones pendientes: fijación columna con placas y tornillos con la mala suerte de coger un virus de quirófano donde la herida no cicatriza. Y después unas fiebres altísimas que en cuanto cedieron la mandaron para Úbeda con el fin de que la herida cicatrizara. Pero tuvo mala suerte, no fue así y optaron por extraer el material.

Debido a este cúmulo de inconvenientes, la columna se fue venciendo poco a poco hasta tal punto que dejó de caminar.

Adaptó su coche para poder conducirlo con seguridad, hizo varios cursos de formación, prácticas técnicas administrativas, se matriculó en la Escuela de teatro “Ricardo Iniesta” de Úbeda, donde interpretó varios papeles, entre ellos: narradora del Principito, El gato manchado y la gaviota sin nombre, donde su papel era salir volando y lo consiguió. ¡Y… hasta encontró trabajo!

¡Actualmente lleva 8 años trabajando en la ONCE! Gracias a ello ha conseguido ser una mujer no solo independiente económicamente sino también físicamente porque ha adaptado su vivienda acorde a sus necesidades: lo que le ha permitido ser aún más autónoma.

Practica habitualmente, natación, y no descarta seguir con el teatro y, por supuesto, todo aquello que la haga crecer aún más cómo persona.

Querido lector ¿pensabas que Carmen se iba a morir en un rincón?. No rotundamente ¡como bien os habéis dado cuenta, ha resurgido de sus cenizas! Y hoy día lleva ya casi construido un castillo de arena.

Y es que a Carmen le quedan aún muchas cosas por hacer porque es una luchadora, una superwoman y una todoterreno, que ha sacado fuerzas de donde no las había, y ha criado a un hijo, ¡que ya es un hombre de treinta y seis años!, que es el amor de su vida.

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