ENTUSIASMO, RESPETO Y RECHAZO Actitudes en la Jura de la Princesa Leonor

En fecha tan señalada como el 31 de octubre de 2023, en el que esa preciosa y serena mujer de recién cumplidos 18 años, la Princesa de Asturias, Leonor, heredera del trono real de España, algo hay que decir en este blog y en este ‘campo’, que se ocupa de lo sacral y lo mundano, porque algo de las dos realidades ha sucedido.

Es un acontecimiento de este mundo y de sus instituciones, pero al incluir un juramento tan solemne ante los hoy estimados como representantes del pueblo, el acto posee un cierto carácter ‘sacral’, aunque de una sacralidad ‘laica’, al haberse eliminado de los criterios del Estado de España y de su Corona, toda referencia religiosa, como quedó de manifiesto en el discurso de la Presidenta de las Cortes, que omitió ese factor decisivo (lo es en toda nuestra historia) entre los que constituyen la conciencia histórica de nuestra patria,

Sobre las características del acto y su significado no vamos a hacer comentario alguno, pues de sobra han sido glosados por los medios de comunicación. Nos queremos referir a las actitudes que sobresalen en el conjunto del acontecimiento, por parte de cuantos, de cualquier modo, fueron protagonistas del mismo. Y lo haremos con referencia de los tres adjetivos que figuran en el título.

EL ENTUSIASMO

Que lo hubo y en predominante proporción quedó patente en las imágenes de la transmisión televisiva.

El pueblo se mostró entusiasmado y cubrió con su presencia el recorrido de la comitiva regia desde el Palacio de Oriente hasta el de la Cortes. Desde muy temprano, pues la retransmisión de RTVE comenzó a las 9,30 de aquella mañana, el gentío fue aumentando hasta llenar lugares tan destacados como la Puerta del Sol y calles adyacentes. Con banderitas de España que se habían repartido, se mantuvieron inamovibles, a pesar del frío que se adivinaba en las indumentarias de los concurrentes.

Y el entusiasmo fue desbordante cuando la comitiva que trasladaba a los reyes y las princesas fue avanzando, rodeada del esplendoroso espectáculo de los lanceros de la Guardia Real. Tanto éstos como los miembros de la policía municipal lucieron sus uniformes de gala, con primorosos blancos los de la Casa Real y morado los municipales. Este despliegue de uniformes de gala imprimía brillantez a todo el acontecimiento que contribuía a aumentar el entusiasmo del público.

También la presencia de unidades de los tres ejércitos y de la Guardia Civil, que fueron cubriendo el trayecto y se ubicaron en la explanada del edificio inmediato al Congreso de los Diputados daba solemnidad al acto, pues el contenido del mismo, del mayor nivel institucional, incluye a las tres armas del ejército, tierra, mar y aire-espacio, aparte de que la Princesa se encuentra todavía en la Academia General Militar de Zaragoza, centro de formación del ejército de tierra.

Así pues, este acontecimiento, que supone la continuidad de la más alta institución del Estado, se vio respaldado por el indudable entusiasmo y calor con que el numeroso público prestó durante todo el tiempo.

Se nos informó de que muchos profesores de colegios diversos habían sustituido sus clases por llevar a sus alumnos hasta los lugares del recorrido real, un detalle significativo de la conciencia, digamos ‘patriótica’ de estos profesores , que permitían a sus jovencillos discípulos el poder recordar un hecho indudablemente histórico.

También, las manifestaciones de muchas personas, jóvenes y mayores, ’cazados’ por los reporteros televisivos abundaron en expresiones de alegría y entusiasmo.

EL RESPETO

Este es un aspecto que contribuye a percibir el comportamiento que, personas de alguna significación en la vida pública de España, prestaron a un acto de tanta relevancia histórica y política. Por ‘respeto’ entendemos la actitud que expresa el tomar en serio las situaciones que forman parte de una responsable forma de entender la vida sociopolítica, plasmada en el modo de proceder de sus instituciones.

España constituye hoy un país que se ha dado una forma política e institucional plasmada en un régimen monárquico parlamentario, con una Constitución, alcanzada en 1978 gracias al consenso y acuerdo de formaciones, digamos para referirnos a lo que en lenguaje político se configura como partidos políticos de diversa ideología, algunas claramente opuestas entre sí, mas decididas a contribuir a la estabilidad del mismo país y su ciudadanía, dentro del contexto tipificado como ‘mundo y civilización occidentales’, como parte de Europa y su Unión política y económica. Y basta de expresiones conceptuales.

Pero el respeto hay que hacerlo notar, ante todo, por parte y hacia la protagonista del acto y su real familia. La impresión que dio la princesa Leonor, a lo largo de todo el acto, fue de una madurez incluso superior a la edad que ese día alcanzaba y un respeto absoluto a su importante papel como heredera de la corona real.

Aparte detalles de indumentaria, con la sobria y sencilla elegancia de un traje de pantalón y chaqueta cruzada, sin más adornos que la insignia del Toisón de Oro en la solapa, la joven heredera actuó sin mostrar tensión, nervios ni timidez. Sencilla y relajadamente desempeñó el papel que le correspondía, con naturalidad patentizada en su simpatía al saludar sin descanso al público agolpado en el trayecto, desde el automóvil que la trasladaba al palacio del Congreso, y la soltura con que se mantuvo en el estrecho círculo de sus padres, los reyes, y su hermana Sofía, discretamente desenfada y natural. Respeto por parte de sus padres, el rey Felipe VI y la reina doña Leticia, teñido de cariño hacia su hija en momento tan trascendental como el que se estaba viviendo. Respeto en el discurso de Leonor, en el que mostró su actitud de servicio a España y a sus ciudadanos.

Y respeto por parte de los políticos concurrentes, representantes de los ciudadanos que los eligieron. Su prolongada ovación a la figura de la princesa Leonor, convertida, al jurar la Constitución, en la futura reina de España, ya inserta en el contexto representado por la Ley Constitucional. No fue una ovación que pudiéramos calificar de ‘protocolaria’, sino que su duración permitió constatar la sincera acogida de esta joven heredera de la corona y el respeto a la forma política que España se ha dado y viene funcionando sin tropiezos, a pesar de la insensatez de varios de sus representantes públicos, incluidos hasta algunos presidentes de Gobierno; una actitud en suma que inspiraba ‘sosiego político’ a los buenos ciudadanos de este país que sostienen una historia difícilmente superable.

EL RECHAZO

La vida está llena de contrastes. La realidad nos ofrece la visión de personas que se mueven por intereses digamos ‘honrados’, que trabaja, que vive pendiente de sus hijos, que busca mejorar, pero a base de esfuerzo y seriedad. Y frente a estas personas, cuyo proceder nos llena de satisfacción, hemos de soportar el contraste con quienes hacen de su vida y su papel en la misma, y tanto más si protagonizan la vida política.

Esto lo hemos visto, con asombro y vergüenza ajena en esos personajillos indeseables, que se han comportado con desvergüenza, descaro y hasta grosería ante este acontecimiento de la mayor importancia política. Su ausencia en el acto de jura de la Constitución por la Princesa de Asturias, sus comentarios descarados (¡esa dirigente de Podemos, Ione Belarra, autoconstituida en ‘profetisa’ del futuro de España!), han dado la nota desgraciada, la ‘mala nota’, en un momento en que han querido mostrar su desprecio a la Corona y a la misma España, a la que pertenecen, a pesar suyo, pero de la que bien saben aprovecharse, porque toda su animadversión se remedia con una sola cosa: dinero.

“Barcelona es bona si la bolsa sona,”, dice el viejo refrán, que retrata a esos catalanes que en toda la historia española de los siglos pasados se afanaron en su obsesión pedigüeña. Y ¿Qué decir de los traidores vascos del PNV, que, tras obtener del presidente Rajoy las ventajas (dinero) que pretendían, colaboraron con Sánchez y sus aliados de la peor calaña (filo terroristas de Bildu) a derribarlo, igual que ahora colaboran en el intento de aprobar una amnistía para ‘perdonar’ a esos asesinos?

Desvergüenza por parte de un significativo sector de la clase política, que, por desgracia para la mayoría de los españoles, mostró el bajo nivel político, ético y hasta de elemental educación. Así estamos y así se confirma en las actuaciones que exhibieron en actos tan importantes.

Pero como, además de su ‘mala ley’ ignoran la historia, no saben los vascos que fueron sus antecesores medievales los que se postraron ante Alfonso VIII de Castilla (el de las Navas de Tolosa), ofreciéndole vasallaje para que los defendieran de sus vecinos navarros, a los que ahora quieren ‘deglutir’ en su desquiciada pretensión de la gran Euskadi

Por desgracia, para quienes amamos a España y deseamos su prosperidad, la tarea manipuladora de los gobiernos de un socialismo trufado de comunismo, junto a ese maremágnum confuso de SUMAR, ha conseguido viciar las actitudes de una gran parte de la población hasta obtener que con sus votos se haya producido la triste bipolaridad que hace posible los desmanes de un Sánchez ambicioso de mantenerse en el poder, aunque sea mediante el desalmado proyecto de amnistía. Y eso a pesar del disgusto de alguno de sus dirigentes, que, sin embargo, prefieren someterse a la ´fidelidad´ partidista que actuar de acuerdo con su conciencia. Este es el trasfondo del espectáculo de ofrecido por los enemigos de España, con motivo del acto que implica la continuidad de un régimen y una ley que ha permitido la estabilidad política que tenemos, a pesar de esos enemigos.               

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