Qué costosa es la libertad de expresión en estos días. En un mundo cada vez más viciado de autoritarismo, el hombre más rico del mundo decidió invertir 44,000 millones de dólares para comprar libertad de discurso en una red social. ¿Paradójico no? Un espacio creado con la supuesta intención de permitirles a las personas expresarse libremente, se fue convirtiendo de a poco en un antro de censuras donde la policía del pensamiento amplificaba su dominio, silenciaba a la disidencia y difundía su narrativa sin resistencia.
Hoy esos días, afortunadamente, parecen haberse agotado. Por lo menos en Twitter, luego de que Elon Musk decidiera hacerse con la compañía y declarar que es un absolutista del libre discurso: “La libertad de expresión es la base de una democracia que funciona, y Twitter es la plaza digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad”, publicó el empresario en un comunicado en su cuenta.
La noticia de la compra de Twitter por parte de Musk alegró a millones de personas que se han sentido censuradas en las redes sociales en los últimos años. Sin embargo, la noticia no agradó a la Casa Blanca, pues inmediatamente al conocerse la noticia de la adquisición, Jen Psaki, portavoz de la administración demócrata, declaró: “(Biden) lleva mucho tiempo diciendo que las plataformas tecnológicas deben rendir cuentas por los daños que causan”.
Es evidente que Musk ganará muchos admiradores por desenjaular al pajarito azul, pero ahora se ha ganado grandes y poderosos enemigos, entre los que se incluye el actual presidente de Estados Unidos y todo el Partido Demócrata, el cual, curiosamente, pese a su nombre, lejos de impulsar debates democráticos, desde hace un buen tiempo se encuentra promoviendo censuras y regulaciones en los espacios de comunicación con el propósito de controlar narrativas y silenciar a la disidencia.
Hoy quienes promueven la libertad de expresión y el debate de ideas —entre los que me incluyo— celebran la compra de Twitter por parte de Musk, pero que nadie cierre los ojos y se cruce de brazos, con enemigos de la libertad tan poderosos, veremos seguramente a toda la maquinaria demócrata trabajando para crear un nuevo ejército de regulaciones y policías del pensamiento con el propósito de arruinar el anhelado sueño del libre discurso.
Emmanuel Rincón
Editor-at-Large
El American
Martes, 26 de abril de 2022