La adicción no es todo lo malo que podemos hacernos a nosotros mismos cuando abusamos de la tecnología, porque sus demonios ocultos muchas veces se ceban en nuestras debilidades para convertirlas en trastornos mentales.
Son demonios que subyacen al mal uso de la propia tecnología, como la citada adicción, o que otros usuarios ocultan procelosamente en ella, como los ciberdelitos.
Los profesionales de la salud han llamado síndrome FOMO al perjuicio que causa el mal uso de Internet a través del teléfono, la tablet u otros medios y lo describen como un fenómeno creciente y perturbador.
Se entiende por mal uso el empleo impulsivo o mal adaptativo de la Red de redes. FOMO es el acrónimo de la expresión inglesa Fear of Missing Out, temor a la pérdida, esa mano que estruja el corazón cuando el teléfono falla, se pierde o se queda en casa por error.
Las manifestaciones más evidentes de este síndorme son ansiedad, depresión, estrés, frustración y un sentimiento creciente de soledad.
Se observa especialmente en adolescentes o en adultos jóvenes insatisfechos con su vida, con un proyecto existencial que no existe o que no hallan forma de alcanzar.
Pero el FOMO no es más que el resultado de la adicción. Existen otros riesgos mucho más graves que nos ponen a tiro de verdaderos demonios con cuernos y tridente. En los capítulos siguientes, veamos algunos de esos demonios, junto con sus posibles remedios.