El mito de la obsolescencia

Luis Arroyo Galán-Inventor de la Telemática

En un comercio de oferta, que no de oferta-demanda, la tiranía del fabricante suele reflejarse principalmente en el ritmo de cambio de equipos que impone a sus usuarios.

Cuando se da este caso, como sucede en informática, donde uno de los suministradores acapara las tres cuartas partes del mercado mundial, la mejor forma de saber cuando aparecerá la próxima generación consistiría en preguntárselo a sus más altos directivos.

Pongamos un ejemplo

Vamos a referirnos a los ordenadores de la tercera generación. Estos equipos trajeron consigo, entre otras cosas:

  • La aparición del concepto de familia de equipos, es decir, una misma gama de unidades centrales compartiendo un amplio catalogo de elementos periféricos.
  • La noción de compatibilidad que permitía a un programa en lenguaje máquina poder rodar, sin modificaciones, en varios modelos distintos.
  • La salida a escena de los equipos compatibles.
  • El boom de las sociedades de servicios informáticos en Estados Unidos.
  • La fiebre del circuito integrado y de los Sistemas Operativos.

Cabria preguntarse, ¿Es que el usuario estaba pidiendo a gritos toda esa serie de avances? Difícilmente, porque una de las tareas mas arduas con las que se enfrentaban los usuarios por aquellos años, era materializar las ventajas de todo tipo que el uso de estos flamantes cacharros iban a reportar.

Trascurridas dos décadas desde su lanzamiento al mercado, podían encontrarse novedades aún sin explotar.

Hardware y Software

Solemos adquirir herramientas del ultimo grito, pero nuestra falta de formación nos lleva a emplearlas como si de la antepenúltima hornada se tratara. Hardware y Software mantienen un permanente conflicto generacional, estando el primero un mínimo de diez años por delante del segundo.

Y ya que hablamos del transcurrir del tiempo, me permitiré una pequeña digresión sobre el polvo que los días van depositando sobre las cosas, y lo que a los mortales nos resta para convertirnos literalmente en polvo.

El tiempo es una magnitud relativa

Por mucho reloj digital que nos atemos a la muñeca, todos sabemos que nos hallamos ante una magnitud relativa, no absoluta. Valga como ejemplo la comparación entre un minuto de felicidad sublime y sesenta segundos de dolores de parto.

La edad de las personas no se mide por las vueltas que la tierra ha dado alrededor del sol desde que uno nació, si no por los cambios que, durante esas revoluciones, se han producido en nosotros. Movilidad, consciencia y madurez son algunos de los factores que nos hacen percibir la influencia que en nosotros tiene el paso de las semanas, los meses o los años.

Años-ordenador

Cuando se trata de calcular la distancia que nos separa de cualquier “estrella”, si esta es de carne y hueso, la medimos por el número de focos que la rodean, pero si es una de las otras recurriremos a los convencionales años-luz.

Utilizando el símil coche-ordenador, ¿Tiene sentido medir en años tanto la vejez de un vehículo como la edad de un ordenador?, ¿Por qué no hablar de años-ordenador?

2 comentarios en «El mito de la obsolescencia»

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