En el Partido Republicano pocos funcionarios electos comprenden realmente las dimensiones de la guerra cultural que se está librando en Estados Unidos. La mayoría de los congresistas, gobernadores, alcaldes se ha dedicado los últimos años a tratar de responder a la agenda de un Partido Demócrata cada vez más radicalizado, asumiendo en todo momento un rol defensivo.
Afortunadamente para los floridanos, el gobernador Ron DeSantis no forma parte de esa estadística y se ha convertido en el flamante comandante que lidera el descabezamiento de las causas woke. Ayer el gobernador de América, como ha sido bautizado por círculos conservadores, decretó que el estado celebrará los 7 de noviembre como el día de las víctimas del comunismo. Además de ello, decretó que en las escuelas del estado los niños obligatoriamente aprendan sobre los desastres que han causado en el mundo entero las doctrinas colectivistas de izquierda.
Musk está a favor de la libertad de expresión —él mismo se ha llamado un free speech absolutist— y está dispuesto a molestar a todo el mundo con ella. A los de la izquierda, por supuesto, pero también a la derecha, como aseguró que iba a hacer.
Iniciativas políticas, culturales y coyunturales como esta han encumbrado a DeSantis como uno de los políticos republicanos más populares del país, quizás solo superado por el expresidente Trump, y hasta eso es difícil de precisar.
El gobernador de América se diferencia de los demás políticos porque en lugar de esperar a que la izquierda ejecute su agenda para contestar, él toma la iniciativa y es quien va marcando la pauta de lo que debe hacerse para recuperar un país cada vez más adoctrinado por los adoradores del nuevo socialismo woke.
DeSantis no se sienta en su cálida oficina a quejarse del desastre creado por los demócratas en los últimos meses, él, junto a todo su equipo de gobierno y prensa, ha ido ejecutando un plan para contrarrestar las más grandes amenazas que hoy recaen sobre la población americana, que en gran parte vienen disfrazadas de “educación”, en un notorio intento por adoctrinar y confundir a los niños con aberraciones sexuales, racismo y odio hacia el país que los vio nacer.
En las últimas semanas DeSantis redujo la carga impositiva en algunos apartados a los residentes del estado para combatir la inflación creada por la administración Biden. También se plantó ante los intentos de Disney por boicotear una ley que busca evitar la sexualización de los niños, y a su vez lucha para que todos aprendan sobre los males del comunismo.
El gobernador de América entiende como pocos la guerra cultural y todos deberíamos acompañarlo en su cruzada contra el colectivismo, el wokeism y a favor de la libertad.
Emmanuel Rincón
Editor-at-Large
El American
martes, 10 de Mayo de 2022