LA DERECHA ASÍNCRONA

  1. EL TRIPLETE

Desde la aparición en el tablero político del triplete no-izquierdista PP, Ciudadanos y Vox, lo que ha quedado meridianamente claro ha sido su total incapacidad para sincronizar mínimamente sus políticas en función del momento que se estuviera viviendo a nivel nacional.

Sobran ejemplos: mociones de censura de Cs, discurso flamígero de Casado contra Vox/Abascal durante la moción de censura contra Sánchez y ahora la ruptura con el PP anunciada urbi et orbi por Abascal.

El triplete derechista únicamente ha jugado bien sus partidos partidistas, pero ha venido siendo incapaz de operar sincronizadamente en el trascendental partido que debería disputarse con el único objetivo de echar de la Moncloa a su enemigo común.

Creo sinceramente que no sirve de nada tratar de dilucidar si la culpa, de estos y otros desaguisados, es del PP, de Vox o de Cs.

Lo realmente cierto es que llevamos sufriendo, desde al abrazo Sánchez/Iglesias, una clara dictadura, disfrazada de democracia puramente formal y ejercida con luz y taquígrafos, mientras que el triplete sigue siendo incapaz de sincronizar su acción política para desalojar a Sánchez de la Moncloa.

{13-09-2021 artículo en mi blog titulado “Sánchez ante su espejito”, y cuyo texto reproduzco en su totalidad y literalidad: “Me he llevado por delante todos los contrapesos jurídicos, políticos e institucionales que pudieran limitar mis caprichos y arbitrariedades, y tengo a los medios de comunicación a mi servicio ¿Hay alguien en este país que mande más que yo? Lo llaman Dictadura, pero yo soy un auténtico demócrata progresista.}

España viene teniendo la desgracia de padecer tal triplete no oposicional, en los años en que se está jugando su futuro como país auténticamente democrático.

Estaremos más o menos de acuerdo con las políticas de Vox, pero ¿cuál ha sido realmente la aportación de este partido en la lucha contra Sánchez si el caladero de sus votantes es prácticamente el mismo que el del PP?, o dicho de una forma más coloquial al estilo Mota: ” las que se van por las que se vienen”.

El TC haciendo de las suyas, modificando la Constitución por la puerta de atrás, pero actuando con luz y taquígrafos, y Don Santiago armando un auténtico terremoto madiático que roba el protagonismo a los problemas judiciales de Don Pedro.

Tanto Cs como Vox justificaron su presencia en la política española, entre otras cuestiones, con el objetivo de eliminar los problemas inherentes al bipartidismo. Parecería lógico entonces que sumaran fuerzas contra el único enemigo de nuestra democracia, pero, desafortunadamente, han venido haciendo todo lo contrario.

El gravísimo problema migratorio, que parece haber justificado la decisión de Abascal, no va a progresar ni un milímetro por adoptar esta postura rupturista, puesto que la solución tendrá que venir de la UE, y sus dirigentes ya han abrazado, con mayor o menor intensidad, la ideología woke.

2. LA RUPTURA

Si demoledor fue el discurso de Casado, creo sinceramente que el órdago lanzado por Abascal al PP (y no digo Vox, porque la democracia interna desapareció de la calle Bambú hace años), en realidad está actuando contra el futuro político de España.

Y para remate final, Abascal tomando decisiones como si fuera el mejor aliado de Sánchez, al generar un inmenso ruido mediático en favor de la sordina monclovita aplicada a sus presuntos latrocinios sin fin, y, para colmo, acercándose a Putin vía Orbán.

La gravedad de la ruptura con el PP provocada por Vox, podría quedar reflejada en la lapidaria frase de Sánchez: “Hoy es un gran día para España, somos un país mejor”. Imagino que estas palabras perseguirán a Abascal durante el resto de sus días que, sinceramente, deseamos sean muchos.

Grandes esfuerzos tendrán que realizar los entes comunicantes de Vox para convencer a sus votantes, y a los que no les votan, que la extemporánea ruptura con el PP se ha hecho por razones de estado, y no para echar un oportunísimo salvavidas a un Pedro Sánchez a punto de ahogarse en el proceloso mar de los presuntos desmanes de todo tipo cometidos por familiares, amigos y afiliados a su partido.

Abascal puede presumir de hombre de estado, nadie se lo va a impedir, pero, como tal, tiene la obligación ineludible de evaluar los enormes daños (me niego a utilizar el eufemismo de colaterales) que su personalísima decisión pudieran causar a su propio país.

¿Ha pretendido Abascal anunciar la permanencia sine die de su Sanchidad en la Moncloa? Difícil, aunque no imposible, echar al sátrapa con un PP en solitario.

Don Santiago se está arrimando en demasía al mayor enemigo público de España, olvidando, entre otras cuestiones de menor enjundia, lo que aconteció con Doña Inés.

Con todos mis respetos hacia el protagonista de esta ruptura, Abascal parece querer abandonar el estado de ingravidez de su partido, intentando conseguir la fuerza necesaria para caer al vacío.

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