En el inicio de la pandemia, España fue uno de los países en aplicar los confinamientos más estrictos y de más larga duración. El resultado es que España:
[1] Figura entre los tres países del mundo con mayor número de fallecimientos por millón de habitantes.
[2] Es el país de la UE que más PIB perdió en razón de la pandemia.
[3] Ha sufrido una enorme injerencia de la política en las decisiones clave para la gestión de la pandemia.
En nuestro país la duración de los confinamientos se han decidido, por votación en el Congreso o en reuniones interautonómicas.
Tampoco debemos olvidar el gran beneficio que supone para el gobierno, confinar a la población y eludir el control parlamentario. Muchas de las leyes socialcomunistas se dictaminaron en esos periodos de parálisis parlamentaria.
Sigue totalmente vigente el debate sobre el papel que políticos y científicos han venido desempeñando en la lucha contra el virus.
En nuestro país la discusión cobra matices específicos, por el hecho de que la pandemia ha coincidido con la paulatina implantación de un gobierno totalitario de corte comunista.
En el día de ayer, 3 de febrero, el periódico digital El American publicó una editorial firmada por
Vanessa Vallejo (Co-editora en jefe).
Por la íntima relación de este artículo con el tema que estamos tratando, reproducimos literalmente su contenido.
《Los confinamientos no están basados en ciencia
El cálculo estándar de costo-beneficio lleva a una conclusión sólida: los confinamientos deben rechazarse completamente como un instrumento de política pandémica”. Esta es la conclusión de un metaanálisis de varios estudios realizado por la prestigiosa Universidad Johns Hopkins.
Después de años de dolor, de no ver a familiares, de negocios quebrados, gente en la pobreza, aumento del crimen, incremento de las enfermedades mentales e incluso meses en los que se descuidaron tratamientos y diagnósticos de enfermedades graves porque hasta los hospitales debían limitar sus servicios, los datos muestran que las confinamientos no sirvieron y que incluso pudieron haber empeorado el ritmo de contagio.
Muchas lecciones quedan de esto. Una de ellas es que el doctor Fauci es un gran mentiroso. Sus afirmaciones de que los confinamientos han “salvado millones de vidas” se suman a la larga lista de mentiras que ha dicho sobre el COVID. Otra lección fundamental es que siempre hay que dudar de los políticos, sobre todo cuando el sentido común grita que no está bien encerrar a la gente de una manera tan extrema sin tener ninguna prueba de que esa medida funcione.
Ahora sabemos que los confinamientos no están basadas en ciencia y deben ser absolutamente rechazados. Más allá de eso, ojalá millones hayan comprendido que nunca es buena idea permitirles a los políticos tal nivel de intromisión en la vida de los individuos.》
Creo que el contenido de este editorial habla por sí solo y no requiere ningún comentario adicional.