Artista, mujer y madre. Tres palabras llenas de fuerza por separado y que se juntan para definirme. El orden no importa, las tres pueden intercambiarse y el resultado sería el mismo.
En la vida de cada uno de nosotros hay diferentes etapas que requieren mayor o menor atención, momentos que nos transforman y que nos hacen ser quienes vamos siendo, evolucionando para encontrar nuestra versión actual, siempre.
Desde pequeños me han acompañado, han estado a mi lado mientras creaba. En el estudio tenía un parque donde jugaban y dormían, cuando iban creciendo nunca les faltaron colores y papel, plastilina o maderas con las que construir… pero nunca les obligué a dibujar, nunca les dije cómo tenían que hacer sus dibujos y siempre les invitaba a observar lo que les interesaba o querían plasmar en el papel.
Cuando les decimos a los niños cómo se hace una flor les cerramos las opciones, prefiero que observen y así dibujarán miles de flores diferentes a lo largo de su vida, cada una en la medida de su propia destreza y siempre mejorable pero siempre enriquecida.
Como artista creo que tengo una sensibilidad especial que se refleja en todo lo que hago, como artista intento compartir esa mirada que hace que todo tenga una nueva perspectiva, como artista intento encontrar la esencia de las cosas, de las emociones, de lo que me rodea y me hace sentir.
En el día de la madre quiero compartir algo realmente personal y espero ofrecer ese pedacito de mí que he mantenido más reservado. Me es muy fácil hablar de mi madre y lo he hecho varias veces, agradecida, pero hablar de mi experiencia en este campo me cuesta algo más.
Considero que la maternidad tiene mucho de vocación también, es un acto increíble de generosidad ya que los hijos deberán emprender su propio camino, debemos facilitarles las herramientas para que puedan desarrollarse en función de sus propias circunstancias y experiencias.
Tener a un hijo en brazos es una sensación única, saber que esa vida está en tus manos genera una inmensa alegría y un vértigo también intenso, es una gran responsabilidad y la tarea que empieza en ese momento no será fácil. Hay momentos felices y otros llenos de preocupación.
En mi caso he querido siempre transmitir confianza e independencia… Mis hijos no me pertenecen y eso siempre lo tuve muy claro, los quiero libres para llamar a mi puerta siempre que lo necesiten, acompañarles en su vida con su permiso, reír o llorar… pero estar cerca a pesar de todo, ese es mi deseo.
Siempre he admirado a los artistas que dibujan a sus hijos, ya sea al nacer o en cualquier etapa de su vida, a mí me resulta imposible. Cuando eran bebés los miraba y pensaba que no podría nunca captar esa perfección que tienen todos al nacer y según crecían cada instante me parecía irrepetible y que no sería capaz de atraparlo… elegí contemplarlos y guardar para mí cada sensación.
Hay dibujos, cuadros y esculturas maravillosas de artistas a sus hijos, pero es algo que no he podido hacer, siempre he pensado que cualquier trazo solo sería un intento fallido, nada de lo que pudiera hacer llegaría a acercarse a lo que sentía. En mí guardo esas sensaciones que ven la luz a través de otras obras.
Cuando se inauguraban mis esculturas públicas mis hijos estaban allí, siempre, tenían que ver lo que estuve haciendo cuando no estaba con ellos, hacerles partícipes de lo que el Arte significa para mí. Ver sus ojos brillantes y orgullosos es un recuerdo maravilloso. Ese día no iban al cole porque había algo que celebrar y así sigue siendo.
Herramientas, eso es lo que necesitamos en cualquier ámbito y he disfrutado (y disfruto) despertando su curiosidad invitándoles a crear también las suyas. Estar ahí y verles hacerse adultos y capaces de dar lo mejor por ellos mismos, eso es algo que me hace sentir bien.
Ser madre no termina nunca, pero cada etapa pide una entrega diferente… Ahora que mis hijos ya son más independientes dispongo de la oportunidad de dedicarme más tiempo a crear, a la pasión que me hace ser quien soy, llega una nueva etapa para ellos y para mí.
Nunca he dejado de crear, cuando eran pequeños sabía que tendría unos años en los que serían mi prioridad y adapté mi faceta artística a esas circunstancias gracias al apoyo incondicional de mi madre que siempre estuvo ahí para ayudarme, (¡Gracias, mamá!… otra vez).
Cuando echo la vista atrás no sé muy bien como pude hacer tantos malabares, como todas las madres que trabajan o crean. Estoy convencida que vivir una vocación ayuda a llevar todo con otro ánimo, sea la vocación que sea, y como decía al principio ser madre es vocacional.
No importa el modo en el que se es madre, siempre es una aventura increíble. Conseguir que haya una buena persona más en este mundo siempre es una tarea ardua, pero compartir ese amor infinito para lograrlo nos ofrece un camino lleno de experiencias que nos enriquecen.
Ahora podría decir que vivo un momento en el que me siento plena y dispuesta a compartir a través de mis obras la madurez que voy teniendo ya… Mis hijos siempre estarán ahí y yo para ellos.
En mi vida siempre ha estado también el Arte, paciente, adaptándose al tiempo que podía dedicarle… me parece verle sonreír sabiendo que su espera no ha sido en vano, él y yo sabemos bien que es momento de vivir una etapa intensa y apasionada en la que plasmar todo lo que siento: Arte para vivir. Mis hijos también disfrutarán de lo que está por llegar, por nacer.
¡Feliz día de la madre!
Un comentario en «Artista, mujer y madre»
Muchas Felicidades a todas las madres.
Abrazos.