Hay que apostar por la vida a pesar de la discapacidad.
Ayer fue un día de pensar en la vida, de coger fuerzas para empezar de nuevo, retomar la vida después de la muerte.
Porque empezó el día como otros, preocupada por mi situación económica y pensando que si me moría no pasaría nada. Que me podía pasar cualquier cosa y no preocuparme tanto por el dinero.
Siguió el día, celebrando el cumpleaños de mi gatita Sasha en la intimidad de mi casa. Comiendo y durmiendo la siesta.
Y luego el impacto. El mensaje que te sacude y te hace ver que no somos nadie. Que en cualquier momento nos podemos ir. Y la noticia de la muerte de una vecina, por un accidente de tráfico, que deja un marido y dos criaturas pequeñas. ¡Dios que sensación de impotencia!. ¡Que desazón!.
Y te preguntas, ¿para qué tanto trabajo e ir corriendo por esta vida de locos?.
Y piensas si merece la pena vivir sin apenas darnos cuenta de que estamos viviendo una vida efímera, nos creemos que nuestros padres y nuestros hijos van a vivir siempre, que somos la caña, que no nos puede pasar nada, y en cualquier momento te sacude la vida, te puedes quedar por el camino. Un accidente te puede segar la vida o quedarte maltrecho, a Ana no le dio opción, ni oportunidad, simplemente se la llevó.
Y te hace pensar para qué preocuparnos tanto por las cosas de la tierra, por el dinero. Cuando Dios va segando vidas sin miramientos, sin tener en cuenta que dejas un marido y dos criaturas pequeñas y una familia destrozada.
Y ya no cuenta si eres discapacitada o llevabas una vida plena, con marido y niños pequeños.
Ya no cuenta, si sufriste de pequeña, si llevaste una vida solitaria o llena de amigos, trabajo y siempre corriendo.
Ya no cuenta, porque en cualquier momento, te puede segar la vida una enfermedad, la edad o un accidente del índole que sea.
Pero hay que seguir.
Con éste post sólo quería dar a entender que llega un punto en el que da igual que seas discapacitada, o lleves una vida normal de trabajo, familia y siempre corriendo.
Que en cualquier momento puede segarte la vida, y no importa qué seas o qué vida lleves. Te la quita y no tiene miramientos.
Por eso creo que hay que ir despacio, saboreando cada minuto, sabiendo disfrutar y no solo trabajar, sino mirar a los lados, una puesta de sol, ir al mar, y dar gracias por cada minuto de tu vida.
Porque ya da igual que tengas una discapacidad, estamos hablando del hecho de estar vivos.
Si eres independiente, aunque tengas una pequeña diferencia, saborea la vida pues en cualquier momento se te puede escapar de entre los dedos.