El lupanar de las perdices

LibertadDigital

12/07/2025

La semana pasada nos preguntábamos qué se podía esperar del PP. Pues algo tan sencillo como lo que sucedió en el pleno extraordinario celebrado el miércoles en el Congreso de los Diputados: que haga oposición pegado a la realidad. La mejor ponencia es ponerse. Y ponerse no es más que plantarse.

No faltarán los que insistan en que la peor noticia es la crispación, el tono bronco empleado por los diputados. Es la excusa que suele ponerse cuando la izquierda sale merecidamente escaldada de un debate parlamentario: que están dando todos un lamentable espectáculo a los ciudadanos, que no salen del ‘y tú más’, que no todo vale en política… Sólo vale si el recorrido argumental es el inverso aunque las acusaciones carezcan de verosimilitud o sean directamente falsas. Novios, áticos, martillos y fotos en yates son ley indiscutible. Lo otro… lo otro habrá que demostrarlo, pero su mero planteamiento es desleal y poco ético. Vaya con el puritanismo marxista. Con lo bien que se vive con las verdades fundamentales. Vayan un para de ellas:

Lo público es gratis; lo privado, de derechas. Por eso las estrellas del Hollywood patrio almodovariano se reservan plantas completas en hospitales capitalistas y hasta sionistas para parir de forma natural o retocarse la ley de la gravedad. Sirva este mismo principio para colegios, universidades y masters. Y por extensión, aplíquese también al ingenioso arte de pasar, sin desgaste proletario, de un pisito en Vallecas a un chalet con laguito y casa de servicio en la finca Galapagar Contradicciones.

Más. Participar en guerras es ilegal pese a contar con resoluciones de la ONU y limitarse a prestar apoyo logístico y humanitario. Otra cosa, loable incluso, es enviar “soldados del amor” (y de reemplazo) al campo de batalla sin contar con resolución alguna. Ambos casos han sucedido con un gobierno español y en ambos casos la zona de conflicto era el Golfo Pérsico. En uno mandaba Felipe González; en el otro, José María Aznar. Un consejo de ministros de Zapatero, al conceder unas ayudas preceptivas tuvo que admitir que:

La participación española, amparada por las Resoluciones 1441 (2002) y 1483 (2003) y 1511 (2003), se concretó en el envío de dos diferentes tipos de unidades con la misión de ayuda humanitaria y restablecimiento de la seguridad.

Pero, y aquí viene lo bueno, para dotar otras ayudas, el consejo zapateril no tuvo más remedio que destacar “otras operaciones, no amparadas por Resoluciones Internacionales”, entre las que incluía “la Operación Golfo Pérsico en 1990” con una fragata de la Armada Española. La realidad estropea muchos titulares. Así que, por supuesto, ¡No a la Guerra!

A partir de ahí, podemos seguir hablando de asuntos de Defensa y de los presupuestos y las “capacidades” del cobarde Sánchez que dijo SÍ a Trump sin rechistar cuando lo tenía delante y NO con ínfulas cuando ya no había peligro. Algo así como enfrentarse con un coraje sin igual a los restos incompletos del ADN de Franco.

El piso franco del Sanchismo

La lista de contrastes es interminable, pero el más controvertido es el del feminismo del que ha hecho bandera Pedro Sánchez. La izquierda es feministay el PSOE más que nadie, no como los fachas babosos. Por eso las medidas anti-acoso sexual del Gobierno de Sánchez van dirigidas a acosadores de la Moncloa de Sánchez. Por eso son VIP de bombilla roja Koldo, Ábalos, Tito Berni, medio PSOE andaluz y todos los que están pendientes de que las “señoritas” que pueblan los sumarios digan o dejen de decir si eran sobrinas de catálogo o asesoras íntimas con taxímetro o acaso pasaban por allí y no había ningún teléfono cerca.

Y por eso es importante la intervención de Alberto Núñez Feijóo que nos traslada al piso franco del sanchismo: la calle San Bernardo 38, el Atapuerca de la corrupción humana, la cuna del trinque horizontal, el plató de las miserias sudorosas, de las confesiones jadeantes, la despensa del chantaje político-policial. Esa sí que era una Vivienda de Protección Oficial.

Por allí anduvo Villarejo, que enseguida percibió el potencial informativo de los vapores a media luz. Pero el que más se implicó fue otro comisario, Enrique García Castaño, conocido como el Gordo pero también Blasillo por su militancia en la Fuerza Nueva de Blas Piñar. Si sería relevante que Baltasar Garzón fue a su boda en 2007, nada menos que de testigo, y según parece cantó como pudo la ranchera “El Rey”, la de “y mi palabra es la ley”. Por entonces acababa de celebrarse la doble cacería de la Gürtel que le apartaría de la carrera por prevaricación aunque luego ilustrara ilegalmente la moción de censura contra Rajoy. ¡Qué no sabrán los comisarios de la sede de San Bernardo!

Fue al hilo de la “Operación Tándem” cuando salió a la luz que García Castañoel Gordo o Blasillo, acordó con Sabiniano Gómez, padre de Begoña, suegro de nuestro presidente, usar el piso sauna para una operación secreta contra ETA. Nada que objetar si hubiera sido así y sólo así. Los servicios secretos lo son por algo y los oídos y ojos indiscretos han de estar donde más datos puedan obtener, en teoría, para un bien social mayor al del mero espionaje. Pero cuando las cosas tienen más de un uso, suele encontrarse pronto el peor de los posibles. San Bernardo 38 es el mejor ejemplo que, tantos años después, puede explicar muchas cosas.

¿Hay, por empezar con algo, alguna respuesta a las miles de preguntas sobre el 11-M en aquel lupanar de perdices que de pronto ha aparecido en la orilla más oscura de la carretera? Porque García Castaño, y lo digo con conocimiento de causa, fue uno de los comisarios más activos a la hora de fomentar una versión oficial del ataque terrorista absolutamente alejada de cualquier evidencia. Quizá hasta hubo un San Bernardo 38 en Leganés aunque la calle se llamara Carmen Martín Gaite. Por allí, de vecino de los presuntos yihadistas que sólo hemos visto muertos y sin autopsia, había un policía… a las órdenes de el GordoBlasillo, García Castaño, el tronco de Villarejo que dirigía la UCAO (Unidad Central de Apoyo Operativo) y que tenía tratos con el suegro de nuestro presidente.

Conviene, y mucho, seguir hablando de este asunto. Por supuesto, sin perder de vista el más mínimo detalle de los informes que han de salir, y sin olvidar que la corrupción de este Gobierno y sus socios es esférica y todavía muy poderosa y hasta puede llegar al fraude electoral.

En Europa se habla del lupanar del presidente. No, no es de él… sino de su suegro, el padre de su esposa, que está imputada por corrupción como el hermano, como los ministros, los asesores y hombres de confianza, como el fiscal general, ya procesado. En Europa ya se leen con interés estas historias que cuentan los pseudomedios. Y ya se sabe que quizá la llegada de Sánchez al poder fue tan turbia como el agua de las saunas, tan sucia como esas papeletas que se metieron “sin que nadie te vea”. También se tiene noticia de la señora esa que estaba en Correos contando votos al lado de un amigo personal que también estuvo en La Moncloa. Y esperan ansiosos la ampliación de noticias sobre la trama venezolana, que promete y mucho. Vuelven a escena nombres antiguos: Pepiño BlancoJosé Bono… A cada uno le aprieta el zapato en un sitio distinto pero todos empiezan a asomar una incómoda y antiestética cojera.

El CESID (Centro Superior de Información de la Defensa) era “la casa” de los servicios secretos españoles y todo el mundo sabía que estaba en la Cuesta de las perdices, en la carretera de La Coruña, aunque era complicado acercarse más de la cuenta. La cosa cambió al CNI (Centro Nacional de Inteligencia), pero a los miembros de la casa se les sigue conociendo como “perdices”, sobre todo en ambientes periodísticos, tan frecuentados por la tan asustadiza como perseverante gallinácea.

En España no tenemos un Langley (Virginia) como base de la inteligencia nacional que sirva de escenario para miles de películas. Ya ni la Cuesta de las perdices da la talla como sede misteriosa. Tampoco hay agentes como los de antes. A cambio hay mucho pisito disponible para unas cosas y otras y colaboradores que acaban siendo suegros de primera.

Arranca una historia que puede llegar muy muy lejos. Y eso que empezó en una humilde y oscura sauna, antes de que el Peugeot echara a andar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *