Gatilandia es el nombre de este reino minino,
donde cada esquina brilla con cariño.
Su guardián es Víctor, gato soberano,
de pelaje suave y mirada serena.
Nuestra casa no es casa, es universo entero,
planeta de almohadas, rincón placentero.
Aquí las mañanas rompen, doradas y lentas,
acariciando ventanas contentas, alegres.
Rasguña el sol la alfombra con rayos de miel,
Víctor se estira, despierta su piel.
Ronronea su himno, canción cotidiana,
música perfecta en Gatilandia temprana.
Persigue reflejos, sombras fugaces,
salta a mi regazo en nuestros espacios.
El tiempo se aquieta, no hay prisa ni horario,
solo este instante, cálido y necesario.
Amanece de nuevo, con luz prometida,
en nuestro pequeño país de la vida.
Gatilandia se expande, sin mapa ni linde,
donde el hogar con Víctor, universo se funde.
Porque la verdadera patria no tiene fronteras:
son los ojos felinos, las rutas caseras,
los días que empiezan con ronroneo y arrullo,
en este país gatuno, mi amor y mi orgullo.
Gatilandia: donde cada aurora es abrazo,
y el universo entero cabe en nuestro espacio.