Estrechando

Hoy os traigo un artículo sobre la presentación de la revista Estrechando, en Andújar, y mi intervención en ella con un poema dedicado a Pablo Neruda.

¿Como me he sentido? Pues diciendo la verdad… bien por mi participación en la revista y en un acto así. Por el hecho de participar, que me ha encantado, el volver a ver a compañeros que conocía y por lo que es y significa estar en actos de este tipo. Por lo que representa. Pero mi intervención en particular… Me he sentido regular. Por mi manera de leer, de entonar, de moverme. Había una rampa para llegar, y luego un escalón, que dudé, pero pude salvar. Pero a la hora de leer no me sentí segura, leí monótonamente, y es que me cuesta entonar. No sé si debí ensayar más, pero leyendo, no me sentí bien. Me quedé con la importancia de hacerlo, de participar. Y es que me cuesta escribir, me cuesta entonar. ¡Dios, pero no por eso voy a dejar de participar en estos actos, que veo tan necesarios!. Por la relevancia de la revista Estrechando y el que me hayan aceptado el texto. Solo eso ya me merece la pena todo el esfuerzo. Soy perfeccionista y mi parálisis cerebral, me hace que no sea eficaz, precisa, exacta. Pero para mí estos actos, encuentros, me dan la vida, y me hacen sentir bien, aunque en mi fuero interno sepa que no lo he hecho acertadamente. Como se suele decir… lo importante es participar…. No me queda otra que conformarme con esto y no tener que ser precisa y brillante declamando, recitando… 

“Carta a Pablo Neruda” 

Pablo, en que hora te fuiste

Que pareciera brincaras como un gamo 

Cantabas más que escribías

Con tus sonetos que parecieran coplillas 

A la naturaleza 

A la amada 

Cuando dices que quieres ser hijo

Para beber de su leche como manantial 

Cuando hablas de los barcos

De las velas 

Allí se estira y arde en la más alta hoguera la soledad que da vueltas en sus brazos cual náufrago

Haces rojas señales sobre sus ojos ausentes que olean como el mar a la orilla de un faro 

Cuando hablas de la hembra distante 

De su mirada que emerge a veces en la costa del espanto

Inclinado en las tardes echas las tristes redes a ese mar que sacude sus ojos oceánicos

Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas que centellean como su alma a la amada

Galopa la noche en su yegua sombría desparramando espigas azules sobre el campo

Cuando hablas de la soledad de donde estás ausente. Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas

El agua anda descalza por las calles mojadas

De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas

Abeja blanca zumbas —ebria de miel— en mi alma 

Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma. Revives en el tiempo, delgada y silenciosa. ¡Ah silenciosa! 

Pablo cuando te leo se acelera mi alma

Tus versos son a mis oídos como salmos sagrados 

Pareciera que rezaras

Ya sé,  ya sé, que tú de esas cosas no querías saber 

Se me ensancha el corazón 

No quisiera parafrasearte

Pero algo nace dentro de mi 

El niño que no tuve

El cosquilleo del amor te abraza

Y enjugo mis lagrimas al leerte 

Y aunque no creyeras en Dios 

Para mi eres Grande 

Y te leo como un salmo de alabanza: 

Al amor 

A la naturaleza 

A la mar

Me empapo de ti

Y no hay por menos que alabarte

Por tu gusto poético 

Por tus versos 

Y mis lagrimas las enjugo en un pañuelo 

Resaltando el brillo de mis ojos

Con la preñez de mis pestañas

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