Vivir ante o en la nube. Fe en la “transrealidad”

No, no tiene la referencia nada que ver con la informática ni sus recursos, que manejan hábilmentelos internautas y demás adictos a la telemática. Es respecto al desconocido y, por muchos deseado espacio o ‘esfera’ de la trascendencia, el mundo infinito al que nos queremos referir: el mundo de la fe.

Vivir en la fe, cuya imagen representativa es la de una joven con los ojos vendados, dicho desde la experiencia de 90 otoños, es “vivir en o ante una nube”, una nube espesa, tenebrosa y cuajada de viento y lluvia que la hacen todavía más aterradora. Aunque también la nube puede convertirse alguna vez en claridad radiante que deslumbra y ciega el sentido de la vista.

El que estimo mejor pensador de existencialismo cristiano y ‘padre intelectual de eminentes teólogos,Romano Guardini, afirma en sus notas autobiográficas que “con los años, la fe no es más fácil sino más difícil”.

Yo lo corroboro.

Estamos terminando el tiempo que en el mundo cristiano se conoce como Pascua, y aún más, Pascua florida, al coincidir con el tiempo en que florece la Naturaleza. Tal florecer de mundo natural tiene su reflejo en el mensaje cristiano, que puebla con su eco todos los espacios: ¡Cristo ha resucitado, aleluya!.

Ciertamente, Jesús de Nazaret, fue rechazado por la autoridades de su pueblo de Israel hasta conseguir su condena y muerte en las peores condiciones. Pero tenemos el testimonio de quienes lo vieron vivo, después de resucitar.

Aseguran esos testigos haber comido y bebido con él más de una vez y haber recibido su encargo de proclamar que está definitivamente vivo y que vendrá a juzgar al mundo y clausurar la Historia.

Sin embargo, su presencia palpable se ha desvanecido; ya no está entre nosotros de manera sensorialmente perceptible. Algunos de los que lo vieron vivo afirman que se elevó al cielo y queuna nube lo ocultó a su vista, y no regresa, mientras el mundo va desentendiéndose de su doctrina y supersona misma.

SENTIDO DE LO ‘TRANSREAL

La vivencia de aquella presencia perceptible se ha transformado en una actitud compleja que se designacon el nombre de ‘virtud’, algo que capacita para superar la carencia de datos aprehensibles y perseverar confiados en una realidad que trasciende el tiempo y el espacio; tiene unos componentes que se complementan: por un lado se acepta como real lo que no es empíricamente comprobable y, por otro, como consecuencia, se espera recuperar la visión y la percepción perfecta de esa realidad, que calificamos como ‘transreal’, pues quien los vive está convencido de su existencia y de que tal realidad ‘trans’ es la más autentica y constituye el soporte de toda otra realidad.

SOPORTE DE LO ‘TRANSREAL’ EN EL TIEMPO:

LA ESTRUCTURA VISIBLE, LA Iglesia.

Pero esta vivencia de lo ‘transreal’ no es fruto de una ‘disponibilidad’ individual. Una enorme estructura física y social se ha desarrollado por todo el mundo en nombre de aquel Jesús, a quien veneran como Dios millones de personas. Por su carácter comunitario e interactivo es lo que conocemos como ‘Iglesia’ (‘ecclesia’, que significa ‘asamblea’, mas sólo si se halla reunida en el nombre de Jesucristo).

Pero en este ‘contexto’ institucional, incluso la iglesia que se proclama auténtica, la Católica, no hay más testimonios de su presencia que símbolos, cosas que aseguran lo contienen vivo y actuante: agua, pan,aceite, aire, símbolos que no atenúan, sino que aumentan el carácter ‘misterioso’ e imperceptible delFundador y de su Dios.

LO IMPERCEPTIBLE, LA ESPERANZA Y LA DEFECCIÓN

Un eminente poeta del Siglo de Oro español, doctor docente en Salamanca, fray Luis de León, compara este “ver sin ver” con una nube que ocultó la visión del divino Fundador, el Taumaturgo Jesús de Nazaret, hoy designado como ‘Jesucristo’, y nos mantiene privados de ella, y así concluye su magistral (y atrevida) visión del desenlace que supuso la ascensión de Cristo al Padre, tras su Pasión y Resurrección:

“Ay, nube, envidiosa/

aun de este breve gozo, ¿qué te quejas?./

¿Do vuelas presurosa?/

¡Cuán rica tú te alejas!,/

¡Cuán pobres y cuán ciegos, ¡ay! nos dejas!”.

Pobreza y ceguera: privación de la riqueza de la visión del Resucitado y oscuridad total en cuanto no se le ve ni se escucha su voz pacificadora (“No temáis, soy yo”, que reanimaba siempre a los inseguros discípulos.)

¿Puede extrañar el que hoy, cuando la vorágine mediática y las seductoras ofertas, incluso espirituales,y hasta ‘religiosas’ en cierto sentido (New Age), atraen a muchas personas que buscan un ‘algo’ o un ‘Alguien’ que los levante de su postración y dé significado pleno a sus vidas?; ¿puede extrañar, repito, que se produzca de manera creciente el fenómeno sociológico de la retirada de creyentes otro tiempo fieles devotos o, al menos, ‘voluntariosos’ miembros de aquella Iglesia que sigue manteniendo la preeminencia de Jesucristo como Redentor, así como la esperanza en su glorioso regreso al final de los tiempos, acontecimiento ignorado e impredecible en el tiempo y en su forma?

El extenso monólogo de Jesús en la tarde de su despedida (Jn 13 -desde el versículo 31- al 16), contiene varias frases expresivas de la tristeza y ceguera en que quedarán los discípulos (los creyentes de todos los tiempos), no sólo por la espantosa tragedia de la Pasión y muerte de Jesús, sino por su ausencia física a partir de su elevación al cielo.

Jesús hablaba también de la conveniencia de su partida, que posibilitaría el envío del Espíritu Santo (tal vez la realidad ‘trans’ más imperceptible de cuantas muestra la revelación), pero esa advertencia nodisminuye, sino que aumenta, la tristeza por su ausencia y la incertidumbre sobre su regreso final.

El transcurso de los siglos y milenios (que para Dios, fuera del tiempo, son como un día -2 Pe 3, 😎 sin más apoyo que esa fe ciega y esa esperanza vacilante, el vivir ‘ante’ y ‘en’ la nube, producen en muchos creyentes lo que un maestro espiritual llamó “cansancio de creer” (I. Larrañaga: “Las fuerzas de la decadencia”. Madrid, 2004), que lleva a la ‘retirada’ de la profesión de fe.

Ante esta constatación nos preguntamos: ¿Cómo se puede mantener el creyente en la ‘nube’ de la fe y puede hacerlo, para seguir la exhortación paulina, con espíritu de alegría? ¿Es el cristianismo, pues, una religión de alegría real o todo el gozo y alegría son ‘aplazados’ hasta un futuro

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