Cuchillos, navajas y tijeras puede que sean utensilios de uso corriente en las refriegas internas de los partidos políticos, pero lo que no es tan frecuente es la difusión urbi et orbi de peleas entre altos dirigentes de una misma formación política.
Es a la vez incomprensible, inaceptable y suicida que Casado protagonice una batalla campal contra Ayuso, implicando también a Almeida, por algo tan irrelevante para la ciudadanía como es el hecho de saber quien será el nuevo presidente del PP de Madrid. Pero es de sobra conocido que las motivaciones reales de estas peleas deberán buscarse en otros campos de batalla más profundos.
Tanto los votantes del PP, como el resto de los españoles, están sumamente preocupados por su futuro inmediato lleno de incertidumbres económicas y sociales, y tienen que soportar las injustificables maniobras genovesas para deteriorar la imagen de Ayuso, única representante PePera con una fuerte atracción de votos hacia su persona.
Para mayor inri, esta batalla, auténticamente cainita, se está produciendo cuando se va a recibir dinero de la UE que Su Sanchidad repartirá como le venga en gana, se van a aprobar los PGE más dañinos de nuestra historia para la economía nacional y estando en peligro la Reforma laboral de 2012.
Pues tal parece que a un potencial fraCasado, el futuro de este país le importara una higa, y solo le preocupara que el brillo isabelino pudiera ensombrecer su futuro monclovita.
Hace tiempo trascendió a los medios de comunicación el comentario de un alto cargo PePero a un compañero diciéndole que sus mayores enemigos siempre estarían dentro del propio partido. El Sr. Casado defenestró en su día a Cayetana por motivos apenas conocidos, y ahora la tiene emprendida contra el personaje más votado de toda la pléyade genovesa.
Titulares recientes de un medio de comunicación: ” Ayuso y Almeida almuerzan juntos para evitar una guerra civil en Madrid”. Frente a este sinsentido, qué bien hubiera quedado algo como esto: “Casado, Ayuso y Almeida mantienen una larga reunión para establecer estrategias conjuntas que pudieran acelerar la salida de Sánchez de la Moncloa”.
Pero qué pecado hemos cometido los ciudadanos de a pié de este sufrido país para tener que aguantar el comunismo Sanchista, y a la vez asistir a la injustificable guerra mediática entre las cúpulas nacionales y regionales del partido que se presenta como alternativa y [mal que les pese a los mandamases genoveses], con los votos de Vox.
Como muy bien recomendaba ayer jueves Jesús Cacho en vozpópuli: “Pon orden, Pablo, entroniza el sentido común, y, ya de paso, ponte al lado de Ayuso y deja que su popularidad te catapulte”.
Confiemos en que Casado no acabe por arrancar el fracaso de las fauces del éxito.